Desnudos, demasiada piel, pechos, nalgas, órganos reproductores, contenido delicado que muestra desnudez excesiva y alude al acto sexual. Así es cómo las redes sociales han categorizado mi obra censurando las imágenes y privándome de mi libertad de expresión y de visibilidad, algo tan importante para un artista.
El arte no es pornografía y me sorprende que esto se produzca en pleno siglo XXI y, precisamente, desde aquel espacio que más presume de independencia: el de las redes sociales.
Esta propuesta expositiva surge en el momento en que soy consciente de esa represión y eso me lleva a investigar sobre el Shunga (arte erótico japonés) y reinterpretar algunas escenas, preguntándome dónde está el límite entre lo pornográfico y lo erótico. Qué pasa con la sexualidad expresada como lenguaje artístico y cuáles son los valores por los que se manejan estas redes sociales para decidir ellos qué es censurable o no.
He llegado a interiorizar...esta censura cuestionándome a mi misma desde qué lugar expresaba mi obra, en ocasiones sintiendo pudor y eso ha hecho reafirmarme más en que mi contenido va más allá de la sexualidad y de su mirada. Esto ha enriquecido mucho mi trabajo ya que el arte en un continuo diálogo entre la obra y el mundo.
Hablar de la sexualidad desde el arte es un tema que se ha tratado a lo largo de la historia y el desnudo humano siempre ha sido uno de los temas centrales del arte.
La RAE define censura como «dictamen y juicio que se hace o da acerca de una obra o escrito».
Esta exposición es una invitación a revisar las normas que imponen las redes sociales para redefinir nuestro comportamiento moldeando nuestra identidad.
Entrada actualizada el el 01 jul de 2022
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