Exposición en Bilbao, Vizcaya, España

Instalaciones: Colecciones Guggenheim

Dónde:
Museo Guggenheim Bilbao / Avenida Abandoibarra, 2 / Bilbao, Vizcaya, España
Cuándo:
29 abr de 2008 - 28 sep de 2008
Comisariada por:
Organizada por:
Descripción de la Exposición
La sala 105 del Museo acogerá trabajos de Rirkrit Tiravanija, Matthew Ritchie, Javier Pérez y David Altmejd: cuatro exponentes internacionales en este campo del arte contemporáneo, que con sus obras transformarán el espacio en diversos grados, invitando a los visitantes a descubrir narrativas personales, mitologías privadas, nuevas configuraciones sociales e, incluso en algunos casos, revelaciones cósmicas. Comisario: Nat Trotman.

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Uno de los mayores avances de la historia del arte reciente es la instalación, que ganó importancia a principios de la década de los noventa como un modo de producción artística basado en proporcionar una experiencia física envolvente al espectador. Los artistas contemporáneos expandieron los límites de la obra de arte hacia un entorno multimedia, volviendo sus miradas a los pioneros “happenings” de la década de los cincuenta, así como a artistas minimalistas y post-minimalistas como Richard Serra, quien puso en primer término cierta consciencia corpórea de ... las intervenciones escultóricas,. En las instalaciones, el ideal moderno de la contemplación a distancia es sustituido por interacción y exploración, creando nuevos mundos construidos con vídeo, sonido, escultura, pintura y otros medios, e invitando al público a participar en ellos.

Los cuatro trabajos incluidos en esta presentación del Museo Guggenheim Bilbao, evidencian las diversas posibilidades que ofrece el arte de la instalación como modo de expresión. La pieza El problema de la jerarquía (The Hierarchy Problem, 2003) de Matthew Ritchie es una metáfora visual de la creación e historia del universo. La Universidad 2 (The University 2, 2004), de David Altmejd, esconde una profunda reflexión sobre la naturaleza humana y, desde el mismo prisma, Máscara de seducción (1997) de Javier Pérez refleja la inestabilidad y la fragilidad de la existencia. Finalmente, la obra de Rirkrit Tiravanija, Sin título 2002 (lo prometió) [Untitled 2002 (he promised), 2002] es una auténtica escultura social donde el visitante es la materia prima.

Las plataformas de interacción social de Rirkrit Tiravanija

El trabajo de Rirkrit Tiravanija (nacido en Buenos Aires, 1961, educado en Tailandia) rompe las barreras entre el arte y la vida, y entre el artista y el espectador. Desde principios de los noventa Tiravanija renunció a realizar objetos autosuficientes, generando situaciones cuyo objetivo es que el público penetre y se relacione con su obra. Sus instalaciones, auténticas plataformas para la interacción social y para la improvisación, han roto convenciones en museos y galerías de arte: en su interior ha cocinado y servido comida a los espectadores, se han celebrado sesiones de DJs, proyecciones de películas, masajes, talleres infantiles y actuaciones musicales.

Tiravanija hace las veces de catalizador y anfitrión generoso, cuya materia prima es la gente. Las experiencias compartidas del público activan la obra de arte, dotándola de sentido y alterando su forma. La pieza que se muestra en Instalaciones: selecciones de las Colecciones Guggenheim surgió del interés del artista por la arquitectura moderna, que se remonta a 1997, año en que creó en el jardín del Museo de Arte Moderno de Nueva York una maqueta en miniatura de la famosa casa de cristal de Philip Johnson (1949), que fue usada como aula para niños.

Sin título 2002 (lo prometió) es una réplica de la icónica residencia y estudio abierto que el arquitecto de origen vienés Rudolf M. Schindler, discípulo de Frank Lloyd Wright, construyó para sí mismo en 1921–22, en West Hollywood.

En su versión de esta casa, Tiravanija sustituyó la madera y el cemento del original por cromo y acero inoxidable, inspirándose en los conceptos acuñados por Schindler de permeabilidad del espacio doméstico y de cómo éste cobra vida gracias al contexto circundante. La reflexión del cromo y el acero, a pesar de ser más rígidos, produce un efecto de desvanecimiento visual de la estructura de la obra y de apertura al espacio adyacente, convirtiéndose en decorado y espejo para diversas actividades que se desarrollan en su interior y a su alrededor. Como es propio de sus instalaciones, esta obra de Tiravanija acogerá en el Museo Guggenheim Bilbao un completo programa de eventos diversos y actividades interactivas.

Matthew Ritchie y su metáfora visual de la creación del Universo

La obra de Matthew Ritchie (Londres, 1964) El problema de la jerarquía (2003) se abre también a campos ajenos a los límites de la obra de arte tradicional, pero en lugar de implicar a su audiencia en acciones sociales, como hace Tiravanija, Ritchie envuelve al espectador en un lenguaje visual único y complejo. Hacia mediados de los años noventa, Ritchie crea un código básico de 49 colores, caracteres, elementos naturales y atributos. Esta serie de elementos intercambiables, cuyas combinaciones son cambiantes, constituye el núcleo de cada una de sus instalaciones. Su propósito es elaborar una gran metáfora visual de la creación e historia del Universo.

En una instalación del año 2003,The Proposition Player, Ritchie representó al universo como si fuera un juego de azar, dando al espectador la oportunidad de tirar los dados. La instalación El problema de la jerarquía (2003), realizada especialmente por el artista para el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York, cuenta con múltiples componentes —algunos de los cuales formaron parte de The Proposition Player-, que pueden ser exhibidos en diversas combinaciones.

En cada nueva muestra, el artista crea con ellos una nueva instalación. En el Museo Guggenheim Bilbao, la obra constará de cinco partes: un mural también llamado El problema de la jerarquía ; una alfombra de vinilo que recorre el suelo a modo de mapa [El imitador de Dios (The God Impersonator )]; una caja de luz [Conexión doble (The Two Way Joint )]; una pintura alusiva a una gran masa de energía [Ojos de serpiente (Snake Eyes )]; y una escultura exenta que hace las veces de una gran red [La constante fina (The Fine Constant )].

El modo en que estos componentes interactúan visualmente entre sí implica que el espacio circundante de la sala podría llenarse de líneas interconectadas, enredando al visitante en una red invisible. En éste, como en todos sus trabajos, Ritchie trata de articular el complejo orden de nuestro mundo y de hacer visible lo invisible.

“Sólo podemos ver un cinco por ciento del universo… Trabajamos con un modelo en el que falta el 95% de la información, por ello no es de extrañar que la gente funcione como si estuviera en la oscuridad. Así que la gran pregunta es: ¿cómo representar visualmente esa carencia?”, explica el artista.

A Ritchie le interesa hallar analogías entre diferentes sistemas descriptivos y modelos perceptivos, como la ciencia, la mitología, la historia y el lenguaje y, sobre todo, profundizar en aquellos problemas que es incapaz de resolver. Según el artista, El problema de la jerarquía hace referencia a la relación de escala existente entre la gravedad y las fuerzas restantes que se combinan para producir lo que vemos como realidad; también hace referencia a la teoría que sostiene que el universo que vemos no es sino una proyección de una realidad dimensional más elevada.

Javier Pérez y la naturaleza del individuo

El artista vasco Javier Pérez (Bilbao, 1968) crea objetos físicos que evocan un lenguaje de símbolos y metáforas, incidiendo en lo corpóreo. La obra Máscara de seducción (1997), que pertenece a la Colección Propia del Museo Guggenheim Bilbao, está compuesta por una máscara de crin, un vestido de seda y algodón, y un texto sobre pared. Estos componentes provienen de una performance orquestada por Pérez en 1997 con motivo de la apertura de su exposición individual en la galería Antonio di Bartola de Barcelona. En aquella ocasión, una modelo vestía el vestido y portaba la máscara mientras caminaba, misteriosamente, entre el público asistente a la inauguración, desplegando todo el lenguaje de Pérez de símbolos y metáforas. El artista siempre a sentido una especial fascinación por las máscaras y su capacidad para mutar identidades (creaba la primera en 1995). Con esta instalación el artista pone de manifiesto quede enmascarar la identidad es algo intrínseco a la naturaleza humana. Al mismo tiempo, Pérez evoca la fragilidad e inestabilidad de la existencia y se centra en los vacilantes límites que distinguen el interior del cuerpo del mundo que lo rodea, tanto física como psicológicamente.

Máscara de seducción es tanto a una armadura como una trampa, y simboliza las tenues conexiones entre el individuo y la sociedad.

La delicada confección de la máscara, en base al material orgánico de las crines de caballo, alude también a esos temas, puesto que el pelo emerge del interior del cuerpo para convertirse en un signo externo distintivo. De manera similar, la seda con la que está confeccionado el vestido que incluye la instalación, es una emanación del gusano de seda que, posteriormente, se convierte en una cobertura exterior.

Para Pérez el origen animal de estos materiales sugiere una sensibilidad ritual, enfatizada por el texto de pared, que detalla el apareamiento y muerte de la mantis religiosa. Esta aura de sensualidad mórbida llena el espacio de la instalación, mientras el artista desdibuja insistentemente las funciones corporales y sociales.

David Altmejd y la esperanza del renacimiento

David Altmejd (Montreal, 1974) ha creado su propia mitología centrada en la energía cíclica, la transformación y la regeneración. En el corazón de su críptica iconografía está el hombre-lobo, un potente símbolo de la metamorfosis cuyo extenso linaje se remonta a la antigüedad griega, los cuentos góticos victorianos y las películas de Hollywood de serie B.

Pero en lugar de presentar hombres-lobo vivos, Altmejd exhibe sus esqueletos muertos y en descomposición. Estos macabros especímenes están realizados con pelo sintético y yeso, y a menudo aparecen situados en laberínticas y especulares maquetas que evocan a las esculturas geométricas con espejos que Robert Smithson creó en los años sesenta, edificios modernos, o los escaparates de los grandes almacenes.

“Me atrae la interacción entre objetos del mundo real y otros artificiales y fantásticos", aduce Altmejd, en cuya obra la transformación de la materia y la metamorfosis entre el ser humano y el animal son dos de sus principales obsesiones. A todo ello hace referencia la instalación La Universidad 2 (2004) que podrá verse en el Museo Guggenheim Bilbao, una escultura geométrica de espejos de extraordinaria belleza. En su interior emergen esqueletos de hombres lobo decorados con cristales y joyas junto a flores de plástico y pájaros disecados, buscando el efecto de horror y fascinación al unísono.

A pesar de su contenido oscuro, la obra de Altmejd ofrece una visión optimista ya que la descomposición contiene la promesa del renacimiento. El artista, que representó a Canadá en la pasada edición de la Bienal de Venecia, concibe sus instalaciones como seres vivos que palpitan con energía potencial.

 

 
Imágenes de la Exposición

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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