Interface es la segunda exposición de Valerie Krause (Herdecke, Alemania, 1976) en L21 y la primera vez que se muestra su trabajo de forma individual en Mallorca. La artista residente en Düsseldorf presenta una serie de trabajos escultóricos inéditos, incluyendo una instalación de gran formato pensada expresamente para el espacio de la galería, que con esta muestra cumple un año desde su apertura en el Polígono Son Castelló.
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Creo que mi obsesión por los tornillos de Pladur me precede. En el almacén ya me sirven la caja de mil tornillos al verme entrar por la puerta. Como el que pide un café en su bar habitual. Son negros, afilados, de paso ancho, estéticamente perfectos. Útiles como ellos solos. Unidos a la madera quedan genial. A veces me entran ganas de chuparlos. Quizás sepan a regaliz negro, pero bueno, ahora que lo pienso. Prefiero el rojo. Es más dulce.
Imagina un espacio cubierto...de loam, recogido en el centro, formando un montículo compacto, cortado a la mitad y separado creando una pieza nueva, ofreciendo una nueva lectura.
Yeso desparramado, casi congelado, formando una estructura orgánica. Colgando de una barra de acero negro, delante de otra pieza de yeso, esta vez más geométrica y perfecta.
Cemento replegado, abierto arriba y abajo, colocado muy alto, para evidenciar el peso y ligereza del mismo. Superficie y forma.
Acero arrugado y acero cortado. Uno de forma semiesférica y convexo y el otro pedazo más grande y cóncavo. Colocados muy juntos, casi pegados. Sobre el suelo gris de la nave, reflejando la luz que entra a raudales por las ventanas del techo.
Cerámica vidriada de geometría perfecta, azul, colgada de la pared, a media altura.
¿Pueden mis palabras convencer del tamaño de lo que tenemos entre manos? No creo. No soy capaz de hablar de ello con soltura. Su apariencia me abruma, me deja en blanco. Me noquea y golpea con una precisión milimétrica. Estado puro, Sólido, líquido incluso gaseoso. Aire por todas partes que danza a ritmo de tango. Intenso, pero relajado,
Descubro códigos que las hacen familiares entre ellas, asociaciones de gestos propios que definen la naturaleza de la artista que se materializan y convierten en lenguaje no codificado.
Vuelvo a pensar que no es fácil para mí hablar de ellas. Vuelvo al teclado, aporreo las teclas buscando el sentido a este texto que no encuentra la soltura necesaria para hablarte de ella.
¿Cómo lo consigue? ¿Cuál es su fórmula? ¿Dónde está el truco? ¿Por qué me entusiasma?
Me abruma, me abruma, me bloquea y me deja sin palabras.
Loam, acero, yeso, cerámica y hormigón. Sólido y líquido, sólido y líquido, Vuelve a la forma. Vuelvo a la forma.
¿Sin tornillos? ¿Se puede unir el trabajo de esta artista sin tornillos? Nexos invisibles, pero asquerosamente evidentes. Puros gestos que convierten el trabajo del artista en un paseo por las nubes. Uno de los buenos, de los agradables. De aquellos que suceden después de un día de tormenta.
Vuelvo mi mirada al frente, esta vez por encima de la pantalla, veo el mar, las nubes van dejando el cielo al descubierto, El viento menea las lonas del toldo. No se ven tornillos alrededor. Creo que ha llegado el momento de volver al polígono, a recoger mi caja de mis preciados amiguitos retorcidos y atornillados.
Te espero el jueves, 14 de Septiembre, a las 20:00. Valerie estará. Un buen momento para volver a vernos.
Óscar Florit
Entrada actualizada el el 18 sep de 2017
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