Jordi París, nacido en Lérida, ha vivido durante muchos años en el pueblo de Bell-lloc d'Urgell. Allí se familiarizó a través de su padre, mecánico, con la manera de hacer de los herreros rurales. Pero fue al entrar en contacto con la familia de su esposa en Maials -payeses de toda la vida-, cuando empezó a considerar la posibilidad de coger las herramientas usadas en la labranza del campo, herramientas apartadas después por razones diversas, como materia primera sus obras.

Así pues, Jordi París manipula y une todo este material -picos, azadas, rastrillos, arados...- para crear unas obras repletas de significados y compuesta por los elementos que cumplen una función distinta y distante de su función primaria.

Sus obras contienen aquello que es la esencia de la escultura: dar forma y volumen a ... aquello que le inspira, realizando así un trabajo escultórico que es la prolongación de los viejos oficios.

Dice Jordi Fàbregas '...Lo que preocupa a Jordi París es el hecho que el entorno sea puesto a disposición del ser humano solo que con un mero cálculo -esto quizás embellecería su oficio físico. No hay pues en la obra de este agrupamiento mecánico de fragmentos y fragmentos de herramientas para originar tecnología, sino más bien una deconstrucción de les propias herramientas que son sometidas inexorablemente a el efecto de agentes corrosivos -de tipo meteorológico en el cien por cien de los casos-, o/y mecánicos...'

'...En sus obras no tenemos que ver ninguna figuración ingeniosa de nada. En todas las 'ferralles' de Jordi París, creadas con algún fragmento de herramienta intrusa, las formas convencionales se remueven, se revelan y contradicen siempre en aquello para lo que se han ideado, más exactamente: su propia esencia de ser herramienta...'