Completamente oscureciendo las ventanas de la galería, Damasceno encierra completamente el espacio del mundo exterior. Acercándose desde la calle, la galería parece cerrada, pero por una pequeña elipse de agujero de ratón arqueado cortado del apagón en la esquina inferior de la ventana frontal, la única invitación perceptible en. Damasceno nos obliga (en mente si no en cuerpo) a entrar en su mundo a través de esta curiosa apertura, y - como Alice en el agujero de la conejera - nuestras percepciones comienzan a cambiar. Una vez dentro, el resquicio de luz de la ventana sugiere la galería como una especie de cámara oscura gigante o incluso una linterna mágica, filtrando el mundo exterior y proyectándolo a la galería.
Dominando el espacio hay tres carteles gigantes, cada uno de la cara simbólica de la República recortada de los billetes de banco del Real brasileño. En cada cartel, sus ojos pétreos, normalmente...sin emociones, han sido dibujados a mano de manera tal que ahora se ha despertado y mira ansiosamente sobre su hombro. Este tríptico de imágenes apareció originalmente el año pasado en las calles de Río de Janeiro, la ciudad natal de Damasceno, así como en São Paulo y Belo Horizonte. El artista pegó varios de ellos en toda la ciudad, entre los anuncios publicitarios y carteles políticos sobre vallas y escaparates vacíos. Su ansiedad parece ambigua: una política global cambiante (especialmente en el Brasil natal de Damasceno), otra cosa en el mundo que ahora puede ver, o quizás algo dentro de ella.
Entrada actualizada el el 26 feb de 2018
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