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En una situación de globalización es obvio que si no tamizamos la información a la que estamos expuestos y no la analizamos de forma reflexiva podemos, en cualquier momento, perder la identidad cultural. Sometidos cada vez más a un bombardeo mediático de mezcolanza de culturas, rara vez uno puede afianzarse en su memoria histórica, en aquello que ha sido y será  parte decisiva de su transcurrir. El reconocimiento del pasado nos lleva a una reafirmación de nuestra personalidad; una voluntad que dice mucho de quien toma como referente sus orígenes. Este es ... sin duda el caso de Mónica Sarmiento (Loja, 1967, Ecuador) que partiendo de unos riquísimos referentes culturales se enraíza a un pasado lleno de historia. La variedad de tradiciones y de formas de vida entronizadas en su país le han propiciado un trabajo que es sin duda el reflejo de sus conocimientos.

Su estrecho contacto con el medio natural la hace cautiva de su destino. Una actitud que sirve a la artista para adentrarse en la esencia de la naturaleza y hurgar en los secretos que, con ahínco y trabajo, le van siendo desvelados. Una labor de investigación que lleva implícito observación, análisis y reflexión traducida en un intenso y riguroso tratamiento lleno de sutileza.

Inquieta y curiosa, su constante experimentación aborda un campo inabarcable de donde extrae el máximo partido. Analiza concienzudamente cualquier aspecto mostrándonos sus infinitas multiplicidades, ofreciendo  la posibilidad de ahondar en los diferentes niveles o campos espaciales. Formas sencillas que, partiendo de los esbozos y dibujos preparatorios, se convierten en espacios de gran dinamismo en los que el tiempo parece congelarse de manera eterna. Cautivadoras vibraciones ópticas que sugieren un ritmo cromático cargado de vitalidad, en las que la conjunción de espacio, línea,  forma y textura configuran un todo. Sus campos espaciales nos abocan a un mundo cósmico, sideral, infinito que posee sus propias reglas constructivas. Estructuras conceptuales que partiendo  del dibujo de líneas sinuosas y/o geométricas como fase previa,  desnudan  las entrañas de lo natural para presentarlas de manera esencial. Basándose en su conciencia universal, elabora su propio discurso en el que recupera las culturas ancestrales. Sus signos nos remiten al primitivismo constructivo, cargados de referencias al arte precolombino. Una geometría abstracta que no desdeña los motivos figurativos y en la que árboles, hojas o ramas, adquieren el protagonismo principal. Sus elementos naturales se erigen como símbolo de vida en perpetua evolución y nos transportan a la trascendencia ancestral, mostrando el carácter cíclico de la evolución cósmica, amparado entre la muerte y la regeneración.

Formas sinuosas, aéreas, mitológicas, todas ellas relacionadas con el espíritu que la naturaleza le transmite. Un universo en el que las configuraciones ondulantes aparecen en constante movimiento como cuerpos celestes que cobran vida. La búsqueda de texturas orgánicas e inorgánicas nos acerca a un mundo invisible donde sucede la transformación de la vida. Un mensaje repleto de misterio pero a la vez de esperanza que la artista nos invita a desvelar.

Composiciones dinámicas de gruesos empastes matéricos que nos deleitan el sentido táctil, creando planimetrías de tránsito en las que podemos deambular con la mirada. Cargadas de vibrante cromatismo, sus obras poseen vigorosidad y optimismo. En el afán de ir más allá de mundo vegetal, Mónica Sarmiento ha introducido en los últimos años de manera tímida la presencia del ser  humano  como  participe de lo natural.  En este aparecer vespertino, la artista busca las vinculaciones existentes entre el hombre y la naturaleza. Una relación simbiótica que establece lazos existenciales en que vida y muerte, vivencias y emociones, presencias y ausencias, se erigen en autenticas polaridades. Como la sabia que recorre el interior del árbol, sus obras son una proclama esperanzadora hacia el conocimiento humano.

Pintura, escultura, dibujo, gráfica e instalación, son las diferentes prácticas multidisciplinares que sirven a Mónica Sarmiento de experimentación en las que la naturaleza, como metamorfosis, sigue siendo actualmente principio activo de su inspiración.

Joan Gil Gregorio

Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte