Roldan Marín artista, pintor, productor y gestor cultural presenta su primera exposición individual en Madrid. Después de abandonar la dirección del centro de bellas artes de Sevilla retoma su actividad pictórica, sobretodo, después de varios años trabajando con la compañía de danza Manuela Nogales y pintando en directo y ante el público sobre los escenarios teatrales.

En esta exposición individual, Roldán Marín presenta un trabajo donde da cabida a dos series de retratos bien diferenciadas.

La primera serie denominada 'La paradoja', es una continuación de 'la paradoja al final de la botella' proyecto en el que lleva trabajando ya varios años, en este caso presenta 5 nuevos retratos de gran formato en blanco y negro, sobre personajes que han influido en la vida del autor. Es un tributo a estos escritores, filósofos y ... artistas, tanto actuales como de un pasado reciente. Para el autor estos retratos son una metáfora de la búsqueda y necesidad actual de referentes. La selección de estos personajes están basados en 4 ejes fundamentales: la belleza, la justicia, la honestidad y la memoria. S e ubican en el interior de la sala Maximiliam.

La segunda serie es un proyecto integral que se expone en el vestíbulo y en la barra del bar de Maximiliam. La serie 'Los parroquianos', son retratos de los habituales del lugar, realizados en acuarela y en pequeño formato que el autor los denomina: Sobre acuarela, acción fotográfica. Es decir, se presenta la acuarela en el mismo lugar donde fue captada fotográficamente la acción.

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Tienen, estos retratos de Fernando Roldán Marín, la rara habilidad de tratar (trazando) el secreto de sus claroscuros; y hay, también, en la línea, temblorosa y firme, pausada y silenciosa, de estos dibujos, un pulso sostenido contra el arrebatamiento del trazo, en sus cualidades únicas e irrepetibles; por lo que, en ocasiones, su dibujar se vuelve unas veces mímesis, las más subversivo, semejante al mundo que refiere. Este artista-pintor, pertenece a la estirpe de los primitivos, ve en su dibuxar traçando: delinio, no el retrato de lo dibujado, sino lo dibujado mismo, su maldito trazar; no ve el reflejo del asunto dibujado, sino el asunto visto vivamente, cuya presencia es, primero, alimento y, luego, mito.

En La paradoja al final de la botella, cabe ver cómo la agudeza de la mano en vaivén, amplía su recorrido, repetido de guiños, trucos, quiebros y requiebros, hasta lograr un imaginario complejo y diverso, al reclamar de los ojos la atención, para mayor disfrute y goce de la mirada. Roldán Marín, nos invita a retomar, con frescura y nuevamente, la curiosidad por los extremos entre dibujo, poesía visual y literatura, nunca del todo satisfecha; pero ahondando en la sediciosa táctica de la línea, abundando también, en poéticas deconstructivas de línea clara, y donde las reapropiaciones de iconos de moderna tradición, alcanzan emocionar a los ojos con trazo contundente y pulso decidido.

La destreza desmandada, sin más, en el uso de la mano alzada, la osadía en volver a usar la línea, consisten aquí en disponer de un modo de ver que es modo de resolver, lo suficientemente insolentado, que ningún detalle escape al escrutinio de los ojos; haciendo del dibujo un saludable encuentro entre trazar e imaginar, pues va RoldánMarín suspendiendo el trazo de lo dibujado hasta dejar el retrato en su punto imaginal, pero con su aposento en elaire. Esperemos que los retratos de poetas malditos reunidos ahora, en ese ir jugándose las líneas a mano, puedan dar noción de la abastanza dibujística y al mismo tiempo sorprendente unidad de estos malditos trazos.

Francisco Lira