Ana Monsó vuelve la mirada a la historia del arte para releer a grandes artistas como Klimt o Goya y los reinterpreta desde la posición que le da su juventud (Barcelona, 1998), pudiendo recoger una doble perspectiva: de un lado, la memoria estética y conceptual desarrollada por artistas varones donde el cuerpo de la mujer es sacralizado o considerado objeto de deseo; y en segundo término, el pensamiento feminista, ya impreso en el ADN de su tiempo, donde se aborda la problemática del cuerpo de la mujer como una construcción social.
Las obras de Ana van más allá de este legado para ofrecernos una síntesis subjetiva en la búsqueda de la identidad a través de la fragilidad del cuerpo, plasmando con su pintura inacabada la propia vida, sin principio ni final, siempre en proceso de cambio y creación. El gesto activo de su pincelada, la libertad en el uso del color...y sus cuerpos incompletos nos delatan un activismo por la expresión individual fruto de la amalgama de sus jóvenes experiencias y su especial sensibilidad.
De alguna manera, el trazo seco y la mancha que perfila el espacio vacío, delatan una desnudez que puede interpretarse de modo contradictorio. Por un lado, las figuras aisladas son el reflejo del desamparo y de una inquietud interior; mientras que esa soledad y abandono se transforma en diálogo íntimo cuando los cuerpos desnudos se entrelazan en una asociación pacífica de rostros y cuerpos en calma.
Imágenes de la Exposición
Cuerpo 25 Ana Monsó
Entrada actualizada el el 11 jun de 2021
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