Anquises Sánchez intenta mediante unas obras escultóricas, preñadas de simbolismo, hacer una aportación singular al mejor conocimiento de la gran obra de Gaudí, yendo más allá de las habituales interpretaciones estilísticas, religiosas o cronológicas.

El osado intento de Anquises presenta un horizonte amplísimo en el que caben las formas hipotéticas de los distintos continentes del planeta Tierra.

Cada continente viene representado por un color que identifica los escondidos sentimientos y vibraciones de sus habitantes, de la flora y la fauna de cada lugar.

Una aparente confusa y turbia descripción, que enlaza elementos tan diversos como la globalización, las sombras y el movimiento, expresado todo ello por medio de once torres de sorprendente efecto visual que invitan a la meditación de quién las contemple.

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Es algo más que escultura, es el reflejo de una mentalidad y un pensamiento del autor que vuelca en su obra un torrente de sentimientos y expresiones.

Hará falta mucho tiempo, mucha paciencia y una despierta inteligencia para intentar adentrarse en el mundo figurativo y simbólico de Anquises Sánchez, que ha extraído de Gaudí un hilo conductor hacia una interpretación, desde luego nueva y atrevida, del pensamiento del arquitecto, que abre perspectivas sorprendentes en el campo artístico.