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Dos veces al año, ambas instituciones invitan a un artista, que se destaque por su relación con el dibujo, a desarrollar una exposición individual en una de sus salas. Todos ellos deben aceptar un factor común: escoger una obra de la Colección ABC y otra perteneciente a la Colección Santander, estableciendo entre ellas algún tipo de ... relación, confrontación o diálogo, como punto de arranque de su muestra. La idea es que a partir de ambas, cada invitado se invente una historia propia y realice un trabajo específico para la ocasión.

Hasta la fecha han pasado por el ciclo Santiago Morilla (Conexiones'01: Ornamento y detonación), Juan Carlos Bracho (Conexiones'02: Un mensaje para Anabel), y el colectivo inédito formado por Juan Zamora y Alejandra Freymann, The Children Pox (Conexiones'03: El misterio del perro de sol), llegando ahora el turno de Nati Bermejo (Conexiones'04: La tormenta). El coordinador del proyecto y comisario es el crítico Óscar Alonso Molina.

De los fondos de la Colección Santander, Nati Bermejo ha elegido una maravillosa marina anónima, cercana estilísticamente a las escuelas de tradición italiana del siglo XVII, en la línea del pintor, grabador y poeta Salvatore Rosa (Nápoles, 1615 - Roma, 1673). Está protagonizada por un galeón navegando escorado sobre un mar violentamente agitado en mitad de una noche tormentosa.

Una imagen que, aunque lejana en el tiempo, nos lleva directamente a la obra de la artista, quien, con los medios más austeros y abstractos posibles, intenta atrapar escenas donde las fuerzas de la Organizan naturaleza se muestran con toda su intensidad, y donde los fenómenos naturales, capaces de reducir al hombre a la nada, producen tanta fascinación como espanto.

La tormenta será, desde este momento, referencia constante en todas las piezas de la exposición, incluso dando título a la misma.

La tormenta provoca un contexto de violencia. Y a éste se suman los tintes bélicos que aporta la pieza escogida por la artista de los fondos de la Colección ABC: un fotomontaje poderoso y muy dinámico, en el que se emplea collage y gouache, de la mano de J. Ribera, que nos muestra el ataque de un escuadrón aéreo a una formación de barcos de guerra.

El mundo naval y militar, pues, conforman el escenario donde se superponen, por capas, los diferentes sentidos que tienen los dibujos a gran formato de Nati Bermejo, así como en las piezas e instalaciones que ha realizado expresamente para esta muestra. En el fondo, el conjunto construye una alegoría de nuestro presente y de sus conflictos, desde las tensiones fronterizas y políticas entre países e ideologías, hasta la voluntad de dominio del hombre sobre el medio natural, con su dependencia y su sobreexplotación, sin olvidar, claro, la lucha de cada cual con sus propios deseos internos y pasiones privadas, a veces inconfesables, que lo sitúan en permanente combate con la realidad.

Pero semejante posicionamiento crítico no se hace explícito en ningún momento. Huyendo de la evidencia tanto como del escarnio, Nati Bermejo opta inteligentemente, en su trabajo, por emplear imágenes a simple vista sutiles y llenas de sensibilidad, pero que están hablando de la fatalidad -sin enseñarla- y de la batalla del hombre contra sí mismo y contra la naturaleza como telón de fondo.

Encontramos en la muestra, sus impecables dibujos de gran formato -siempre en blanco y negro del grafito- que inician la narración. Desde la imagen de una tormenta, a la del deshielo de las grandes masas heladas polares. O desde las gotas de agua condensadas sobre un cristal, al mapa de una Europa saturada de luz y actividad nocturna. Imágenes que pueden contener un mensaje terrible, pero fascinantes. Signos de advertencia de que algo no va bien, a pesar de su innegable atractivo.

Así, en medio de estas tensiones y luchas, intuimos algún tipo de final de fiesta desde el propio montaje de la exposición, con esas banderas en blanco y negro (escogidas entre los países que en la actualidad se encuentran en medio de algún tipo de conflicto bélico) y las ristras de banderines y farolillos rigurosamente negros colgados por el techo que, en señal de luto, nos avisan de que algo ha terminado. Mientras, como rumor de fondo, desde un extremo de la sala nos llega el sonido de sirenas de muelle y de distintos barcos. Desde el otro extremo, el silbido de un contramaestre ordena Organizan silencio. Al borde del desastre, ya sea una catástrofe medioambiental o un accidente, se intuye el silencio pues, como la sabiduría popular advierte, después de la tormenta llegará la calma. Al final, esta exposición se convierte en un mensaje de socorro lanzado al vacío.

Nati Bermejo (Logroño, 1961) otorga al dibujo el papel central de toda su trayectoria desde sus primeras exposiciones a mediados de los ochenta. Desde entonces, mantiene una actividad expositiva regular vinculada a galerías como la madrileña Egam, la barcelonesa Estrany-de la Mota, Rafael Ortiz en Sevilla o Ángeles Baños en Badajoz. Entre sus individuales institucionales cabe destacar su paso por la Sala Amós Salvador (Logroño, 1994), la Muestra de Arte de Sajazarra (La Rioja, 2002), o su mayor retrospectiva hasta la fecha, 'Big-Bang', realizada en el Centro de Arte Caja de Burgos CAB (Burgos, 2008).

Su obra está presente en las colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el MUSAC o en la Colección ARCO, entre otras.