“Volumen y espacio, aire interpuesto, ambiente…“ Eso dice el cordobés Antonio Palomino del de Diego de Silva: en el lienzo de Zaldívar predomina la luz, y el techo se convierte en cielo azul y plácido. Los rostros cuidadosos de Velázquez, detallados y casi fotográficos, adquieren, en nuestro pintor copista, una intención más lúdica y sexuada, de la patada del pillastre Pertusato a la mirada de la infanta, o la de la dama reverente, todas las miradas se desvían, adquiriendo una sensualidad que el original no les daba. Y ese color zaldivareño e intenso, de la pierna del niño a la cruz del pintor, de un marrón casi rojo, conduce tu mirada por la mano de la enana, el bordado de Isabel, el crespón de Margarita y la taza de Sarmiento. Ignacio Gárate
Entrada actualizada el el 15 nov de 2019
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