Exposición en Vigo, Pontevedra, España

Las siete ventanas

Dónde:
MARCO - Museo de Arte Contemporánea de Vigo / Príncipe, 54 / Vigo, Pontevedra, España
Cuándo:
13 may de 2022 - 04 sep de 2022
Inauguración:
13 may de 2022 / 19.00
Horario:
De martes a sábados de 11.00 a 14.30 y de 17.00 a 21.00. Domingos de 11.00 a 14.30
Precio:
Entrada gratuita
Artistas participantes:
Descripción de la Exposición
Fruto de la colaboración entre el MARCO y la Sala Rekalde, Bilbao (Diputación Foral de Bizkaia) para la itinerancia y coproducción de exposiciones, el 13 de mayo llega a Vigo Las siete ventanas, que reúne buena parte del trabajo de Idoia Montón (Donostia, 1969) desde 1990 hasta la actualidad: pinturas, dibujos y collages procedentes de colecciones privadas e institucionales, como el Museo de Bellas Artes de Bilbao y el Museo San Telmo, Donostia. El título “las siete ventanas” quiere expresar –tanto literal como metafóricamente– las diferentes formas de conjugar las relaciones entre el adentro y el afuera, el marco y el vano, o la calle y la habitación. El uso de la ventana es un elemento reiterado a lo largo de toda su trayectoria como medio para ver la realidad, el paisaje o la vida. Se subraya la importancia del punto de vista, de una mirada que nunca es normativa, directa ... o centrada, sino lateral, múltiple y fragmentaria; así como la persistencia de los espejos y la imagen reflejada. La obra que Idoia Montón ha desarrollado durante las tres últimas décadas entre Euskadi y Catalunya se caracteriza por una marcada coherencia, gracias a su radical heterogeneidad. Montón concibe la pintura como un proceso abierto y soberano, atento al hallazgo y al juego del azar, en el que lo único que se mantiene constante es una idea organizadora de forma o estructura. El proyecto tiene como objetivo revisar la trayectoria de la artista y presentar las claves que estructuran su trabajo. Pero no se trata de una muestra retrospectiva ordenada de manera cronológica, sino concebida a través de una serie de núcleos temáticos, formales y contextuales. Siguiendo esta secuencia, la muestra se organiza en cuatro ámbitos: Una habitación propia, Guerra, Barna, y Con los ojos abiertos. Idoia Montón trabaja en la búsqueda del sentido de la pintura desde lo común para indagar en la realidad y en el mundo en el que vivimos. Sus pinturas y dibujos se construyen a partir de un catálogo de imágenes de lo cotidiano. Desde la libertad, el rigor y la autocrítica, para expresarse con voz propia, realiza un trabajo artístico a modo de relato. Tomando como arranque el ámbito literario, fábulas y metáforas o escenarios de ficción, contrapone conceptos entre lo particular y lo colectivo, haciendo uso de los medios expresivos que refuerzan el mensaje. La obra de Idoia Montón comienza en el taller como un juego con las formas y los materiales que, en cierto momento, empieza a cristalizar y a revelarse como una obra. El taller es un laboratorio donde ensayar diferentes experimentos que puedan hacer que un medio tan históricamente saturado como la pintura vuelva a hablarnos en presente. “Quiero que mi pintura sea un espejo donde [el público] se contemple; se trata de entrar y encontrar su vida reflejada”. En el taller los elementos se organizan sobre un plano que la propia artista ha llamado “enigmático” y que reclama constantemente soluciones. A partir de ese plano van surgiendo ideas, formas y fuerzas. “El cuadro se manifiesta entonces –escribe la artista– como un espacio abierto, sometido a un proceso en el que cualquier forma puede acabar revelándose. Podría tratarse de la emergencia de la guerra, como de una fantasmagoría, en el incierto espacio en perpetua remodelación de una capital occidental…” Montón entiende el arte como una forma de resistencia frente a la violencia, como un intento de actuar sobre la realidad. La función del arte es su poder de transformación, ha señalado la propia artista. De ahí el profundo arraigo de su obra con la experiencia y la vida en común, y también esa firme desconfianza frente a las convenciones y las fórmulas que a lo largo de los años le ha llevado a buscar un nuevo punto de partida mediante la exploración de diferentes registros pictóricos: del collage bidimensional al realismo, pasando del magicismo a la crítica política, del realismo al barroco. RECORRIDO POR LA EXPOSICIÓN Siguiendo una secuencia cronológica no estricta, matizada por asociaciones anacrónicas, la muestra se organiza en cuatro ámbitos: Una habitación propia, Guerra, Barna, y Con los ojos abiertos. Una habitación propia recoge obras ejecutadas en Euskadi antes de su marcha a Barcelona, entre las que se encuentran sus primeros experimentos escultóricos, así como varios de sus papeles recortados. Estos trabajos se caracterizan por una inusitada idea del espacio y por las tensiones que emergen, paradójicamente, desde la más estricta planitud. Además, las obras muestran un cierto contenido narrativo o alegórico que, aunque diluido y matizado, no desaparecerá ya de su obra. Aquí encontramos también un grupo de pinturas que abordan la experiencia cotidiana de la artista y que dotan de un nuevo sentido al término “realismo”: vistas de los lugares que habita, bodegones compuestos por los objetos que la rodean y retratos de personas cercanas. Se trata en todo caso de un realismo pasado por el tamiz de la memoria y la imaginación; de ahí las presencias inquietantes que interrumpen las escenas. Asimismo, destacan también desde el comienzo los tropos clásicos del autorretrato en el taller y del cuadro dentro del cuadro. La muestra continúa con Guerra, un ciclo de obras que, mediante una revisión de la historia de la pintura y una nueva aproximación al collage, manifiestan la inquietud de Montón por la representación del poder y la violencia. Se trata de una serie heterogénea de trabajos que incorpora todo tipo de materiales sobre el soporte pictórico: desde fotografías a paletas, pasando por ropa y cerámica, pero que también incluye composiciones únicas como Púber (2015), formada exclusivamente por objetos encontrados. La “guerra” del título hace referencia tanto a la larga guerra de Siria como a la violencia que el capital ejerce sobre los cuerpos y sobre el mundo a lo largo de la historia. En Barna encontramos constantes referencias a un contexto artístico y social concreto en el que destacan dos cuestiones: por un lado, la respuesta de la artista a la negación o sospecha sobre la actualidad de la pintura, y por otro, las reflexiones sobre la larga crisis en la que se ve envuelta la ciudad donde reside. Destaca aquí otro grupo de trabajos que sobresalen tanto por su carácter sintético como por su silencio. Obras que ofrecen una visión fragmentada de las cosas, y en las que vela la imagen hasta el punto de hacerla casi irreconocible. Con los ojos abiertos reúne dos cuerpos de obra diferentes. Por un lado, una serie de ciudades biomórficas, casi monstruosas, donde se confunden planos y direcciones y también se difuminan los límites entre lo vivo y lo muerto, lo animal y lo mecánico, lo real y su alucinación. Máquinas tentaculares que no solo dan cuenta de una visión aterradora del espacio público, sino que reúnen de forma paradigmática tres motivos centrales en la obra la artista: la ciudad, el animal y la noche. Finalmente, este cuarto ámbito incluye una serie iniciada en el año 2019 durante una residencia en el Kurdistán iraquí promovida por Moving Artists. El sacrificio o la ofrenda relaciona obras capitales de la región –como los primeros templos kurdos o la Leona herida– con elementos decorativos cotidianos, como plásticos y textiles ornamentados, con el fin de dar cuerpo a una idea tan paradójica como radical: una sociedad no se mantiene unida gracias a sus actividades productivas y funcionales, sino que lo que la hace temblar de entusiasmo son aquellas otras, como las fiestas o los juegos, que suponen un derroche absoluto. TEXTO DE LA ARTISTA El plano enigmático Idoia Montón “Mi trabajo se alimenta del vínculo con los espacios que voy habitando, en los que me desenvuelvo. Mediante la relación directa con las cosas, aquellas que podríamos entender como las más sencillas de nuestra cotidianidad, indago en mí misma cuestionando las circunstancias o acontecimientos que me interpelan. Mi obra exterioriza mi sentir e intenta, con su posible capacidad transformadora, actuar sobre la realidad. Cuando comienzo a elaborar una idea en el taller utilizo, de forma habitual, el collage, ya que me permite un abordaje inmediato, una actuación dinámica que trato de dirigir con una mirada abierta. Los materiales, sus texturas, hacen de él, además, un recurso de gran expresividad en la superficie y que ayuda al trabajo formal. Todos esos elementos diversos y dispares que voy disponiendo acaban conformando un espacio enigmático que me reclama soluciones. Es en su manipulación, a medida que introduzco las ideas que necesito definir y expresar o que sencillamente van surgiendo, cuando me ocupo de su combinación y concordancia; es en ese proceso en el que se concretan de forma progresiva sus dimensiones formales y de sentido. Si me decido a traspasar un boceto al lienzo, en ese salto expresivo vuelven a aparecer nuevas carencias, nuevos huecos, que me demandan la introducción de nuevos motivos, de nuevos contenidos. Pueden ser las capas de realidad que me brinda la fotografía o algunas secciones que a veces, tras retomarlas de la historia del arte, reinterpreto o desvío, y que funcionan como cargas de intensidad. Elementos opuestos que colisionan o que incluso parecen obstinarse en exigir la posibilidad de un improbable encuentro. Todo ello me va empujando a tomar las decisiones a la hora de construir, a asimilar todos sus componentes y a tratar de ofrecerles un sentido en pintura. El cuadro se manifiesta entonces como un espacio abierto, sometido a un proceso en el que cualquier forma puede acabar revelándose. Podría tratarse de la emergencia de la guerra, como una fantasmagoría, en el incierto espacio en perpetua remodelación de una capital occidental... Quizás de apariciones inesperadas de supuesta apariencia orgánica que reclaman una materialización que parecía previamente inconcebible... Concluir incluso que es el propio proceso el que lleva las riendas, dado que de él parte la chispa, la iluminación, la aparición de un sentido inesperado o de un descubrimiento expresivo. Es solo al finalizar el transcurso de ese recorrido, llegado ya el momento en que su construcción no demanda más cambios, cuando los elementos que han ido desvelándose consiguen dotarse de un sentido que únicamente es cerrado en la relación con su contexto. No parece necesario señalar que el azar cumple aquí un papel determinante. Cada obra concluida, pretendidamente orgánica, es también testimonio de un momento, el del tiempo de su proceso creativo y del cúmulo de ideas, encuentros y experiencias que le dieron luz. Una expresión fijada que se manifiesta como un espacio abierto ante la mirada del espectador”. SOBRE LA ARTISTA Idoia Montón nace en San Sebastián en 1969 y desde 2007 vive en Barcelona. Sus inicios están vinculados a la Asociación artística de Gipuzkoa y después, a finales de los ochenta y primeros noventa, a los talleres de Arteleku con Bonifacio Alonso y Ángel Bados, así como a la facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco. Pronto expone en algunas galerías importantes de la época como Juana de Aizpuru (1991) o Buades (1992). Tras cierto desencanto con esa escena, a mediados de los noventa inicia un largo camino personal que da lugar a una investigación pictórica intensa y comprometida, para reaparecer de la mano de Javier Peñafiel y Rosa Queralt en Half-House (Barcelona, 2012), con la exposición individual Un reflejo tangible. Durante esos años de distanciamiento y tras su regreso, produjo una ingente cantidad de obra que quedó recogida en la publicación Idoia Montón (Donostia, 2014). Posteriormente reúne otra parte de su producción en el libro La guerra (La Caníbal, Barcelona, 2019). Entre sus exposiciones recientes destacan: Tallers conpartits, Fundación Miró (2021); El Fuego, Galería Ana Mas Proyects, (Barcelona, 2020); Zeru bat, hamaika bide. Prácticas artísticas en el País Vasco entre 1977 y 2002, Artium (Vitoria, 2019), comisariada por David Bestué; Halfhouse, (Barcelona, 2019) y Después del 68, Museo de Bellas Artes de Bilbao (2018-19). Anteriormente, entre otras muchas citas expositivas, se cuentan Markak, Okela (Bilbao) y Aquellos, Galería Sis (Sabadell) ambas en 2017; La guerra, La Escocesa (Barcelona, 2017); Arenzana Imaz Intxausti Montón Peral, Tabakalera (San Sebastián, 2016); Lila, Carreras Múgica (Bilbao, 2015) y La kasa del carpintero insurgente, Galería Alegría (Madrid, 2014). Idoia Montón Gorostegui

 

 

Entrada actualizada el el 13 may de 2022

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