PABLO RESINO empieza a pintar porque siente que ha llegado la hora, que tras años de dedicarse a una variedad de actividades artísticas--desde la música hasta la literatura--ha llegado la hora de plasmar esas pulsaciones de manera pictórica de una vez por todas. Resino crece viendo crear a pintores de la talla de José María Garayo, Luis Sevillano, Jesús Garnica, Jorge Andrada y, muy especialmente, a José Luis Resino, su padre, a quien reverencia, y esta circunstancia le insta a coger los pinceles y ponerse cuanto antes manos a la obra. Logra sin embargo domeñar esa urgencia e imponer un tempo pausado, conciso y concentrado para desarrollar con su lenguaje pictórico un universo de color y formas, sin sombras tras las que ocultarse. Según se observan estas elaboradas obras, puede notarse ese curioso equilibrio--quizás tensión--entre la ingenuidad de un principio que se desea adánico y la llegada de este renacer...creativo desde la madurez vital del artista que, aunque sin duda joven, no se siente niño más.
La elección del puntillismo característico de sus últimas obras, por ejemplo, refleja esa paradoja de la que hablo: una técnica en principio sencilla que oculta una estructura compleja y trabajada, sacrificada en la labor artesana, y perfecta para albergar esos secretos que solo él y su mano podrán irle desvelando a una expectante y atónita audiencia que, esperemos, no dejará de crecer.
Alex Saum, Universidad de California, Berkeley
Entrada actualizada el el 11 feb de 2020
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