¿Quién no ha sentido en alguna ocasión la calidez del Siroco en el Mediterráneo, la fuerza de la Galerna, la frialdad de la Tramontana, el agobiante Bochorno en las tardes de verano o las corrientes de los vientos Alisios? Forman parte de nuestra cultura como las tradiciones más antiguas de estas profundas tierras. Su fuerza no sólo logra esculpir las superficies de la Península, si no también moldea el alma de los ibéricos, que sienten en su carne el penetrante frío o la suave caricia de los eternos Amenoi, siempre en constante movimiento Juan Ramón, trabajando el acero –domesticándolo con la fuerza del herrero- logra contener a cinco de estos vientos ibéricos, el tiempo suficiente como para que podamos contemplarlos.
Ante nosotros se presentan cinco importantes esculturas: Viento del Norte, Viento Ábrego, Viento Solano, Viento Terral y Viento del Cierzo, flanqueados por exquisitos grabados y dos bajorrelieves dedicados a los dioses...eólicos Céfiro y Bóreas. Además de tres nuevos vientos, que ven por primera vez la luz del público, de acabados metálicos brillantes.
Edmund Burke afirma que vivimos en un estado de indiferencia situado entre el dolor y el placer. Estado que debemos vencer para ser participantes de esta íntima conversación. Juan Ramón nos sumerge a través de la escultura en la sensualidad de los vientos hispánicos, una relación que es tormentosa a veces, pero también ligera y apacible. Los vientos son seres terribles, llenos de peligro que no producen monstruos, si no paisajes de salvaje belleza.
Julia Nicolás
Imágenes de la Exposición
CIERZO
Entrada actualizada el el 05 oct de 2018
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