El Antiguo Convento de la Merced acoge en su planta baja la exposición 'Luis Acosta. La arquitectura pintada, 1981-2010', cuyo recorrido se ha dividido en cinco salas. La primera de ellas -'Portones (1981-1984)'-, corresponde al periodo en el que artista abordó su primera serie importante, una reflexión pictórica basada en un elemento urbano, el portón metálico de cierre de garajes, establecimientos industriales y comerciales. A partir de imágenes fotográficas, Acosta llevó a cabo un tratamiento pictórico cada vez más complejo que le acercó a la abstracción.

La segunda sala -'Ventanas. Arcos. Ciudades húmedas. Interior. Perlora (1991-97)'- aborda casi una década en la que la arquitectura fue el motor de inspiración del artista. Paralelamente a la pintura, Acosta elaboró una serie de dibujos en los que se atestigua la amplitud de sus planteamientos.

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En la tercera sala el visitante puede contemplar por primera vez la serie ''Paisaje urbano (1998)', que no se había expuesto con anterioridad. En ella, la percepción del entorno ciudadano aparece alterada por el dinamismo de su percepción. La serie 'Arquitectura de ausencias (1999-2003)' también forma parte de esta sala, y en ella la dialéctica entre la arquitectura y el azar pictórico gestual se hace más compleja y libre, y da lugar a superposiciones de elementos de mayor complicación.

En 'Trayectos (2004-2006)', el equilibrio se desliza hacia la fluidez de la pintura. En esta sala cuarta hay también una honda influencia oriental tanto en la decidida incorporación del azar como de los procesos orgánicos del propio pulso vital, expresivos del movimiento del cuerpo. Es, seguramente, la serie de más libre subjetividad del artista.

La exposición se cierra con una quinta sala dedicada a 'Postcard (2006-2010)', que refleja la fascinación del artista por los viajes, incorporando en su obra la representación de mapas y arquitecturas con un sentido mucho más próximo a planteamientos figurativos que ninguna otra de sus series anteriores.