Si pudiéramos explicar lo simple ¿hallaríamos el secreto de lo eterno?

Los paisajes de Beltrán emanan del velo lumínico que empaña lo eterno convirtiéndolo en imagen. Una imagen que convoca a la abstracción lírica, el romanticismo alemán y la gráfica publicitaria. Este extraño sincretismo provoca en el espectador lo que un texto puede volverse en explosión semántica para el lector.

Si bien el autor intenta acercarnos a nuestro entorno lo hace apelando a un misticismo que vuelve intocable la imagen de lo que muestra. Esa lejanía provocada por el clima brumoso, la lejanía de los personajes y los ambientes de ensueño nos evoca al eterno presente, aquello de lo que, por no tomar perspectiva, no vemos.

Beltrán nos habla poéticamente de lo simple y en ese ... mismo acto, se vuelca hacia un discurso aparentemente sin mayores pretensiones. Pero su caudal metafórico lleva consigo toda la contundencia filosófica del hombre que no está, pero que al mismo tiempo se encuentra místicamente resemantizado en el paisaje que habita.

Hablar de lo simple, entonces, es hablar de lo imponderable. No significa anclarse en lo perecedero sino posar la mirada en el umbral del misterio y abocarse con entrega a la tarea de la contemplación. Esta es la tarea que el autor nos propone.