por Brenda J. Caro Cocotle
María le devuelve la mirada a María; María, la del sueño, le susurra a esa otra, la del cuadro que, a su vez, se multiplica para volver a aquella María, la artista, la del presentimiento, quien —y de quien— se ha forjado una imagen en apariencia unificada, mas en realidad, consistente en una multiplicidad de facetas incapaces de abarcar en una mirada.
Uno asumiría que para comprender a cabalidad la propuesta estética y relevancia de un artista dentro de la historia cultural, es necesaria la reunión comprehensiva de su cuerpo de trabajo, bajo la forma de estudios antológicos o exposiciones retrospectivas. Sin duda. Sin embargo, la exhaustividad no es el único camino, en particular si la relevancia no se entiende como una acumulación de datos —u obras— sino como los diálogos posibles que podemos establecer hoy en día con aquel, y en las preguntas, inquietudes y ambigüedades...que suscita, pese a que no se hayan compartido ni las amistades, espacio, contexto y época vital.
La presente exposición toma como punto de partida el cuadro de María Izquierdo Sueño y presentimiento. Realizado en 1947, este es significativo por más de un motivo. No sólo sintetiza varios de los motivos y búsquedas plásticas de Izquierdo —la apuesta por un discurso estético al cual denominar mexicano (que no nacionalista) pero suficientemente universal, abierto a las propuestas de vanguardia tales como la pintura metafísica de De Chirico o algunos apuntes al surrealismo—; es pintada un año después de la dura batalla dada por la artista tras la cancelación del proyecto mural para el entonces Departamento del Distrito Federal, y un año antes de la hemiplejía que le imposibilitaría pintar por un largo tiempo.
Así, la obra es una especie de encrucijada donde encontrar a María en su multiplicidad, entre las esferas de lo público —su figura como artista, su actividad en tanto gestora cultural, crítica y a favor de un mayor reconocimiento de las mujeres en el campo del arte— y lo privado —la subjetividad del sueño y las imágenes cuasi imposibles y de autorrepresentación capturadas por las fotografías personales—, gracias al diálogo con los documentos que la misma Izquierdo recopiló en su archivo, hoy en día a resguardo del Museo de Arte Moderno en la Ciudad de México.
María, la Izquierdo, la del sueño, la del presentimiento, la del mural que no fue, la que armó exposiciones en su casa, la de las trenzas, la de los paisajes al vacío, la del color granate, la de las fotos, la nacida en San Juan de Los Lagos; María, esa María, de la que se asume que todo está dicho, encuentra la manera de recordarnos que ella tiene la última palabra y que esta, aún no ha sido enunciada.
Entrada actualizada el el 24 feb de 2023
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