Descripción de la Exposición
Con motivo de la conmemoración del 25º aniversario de la creación de la sala Kutxa Fundazioa Kubo (2000-2025) se presenta su programación anual con las exposiciones de tres artistas vinculadas al territorio guipuzcoano y que pertenecen a distintas generaciones: María Paz Jiménez (Valladolid, 1909 - San Sebastián, 1975), María Cueto (Avilés, 1960) y Maider López (San Sebastián, 1975).
En el marco de esta celebración, el programa se inicia con una gran retrospectiva dedicada a la artista María Paz Jiménez.
María Paz Jiménez. Desvelar el misterio presenta una de las muestras más completas del trabajo de esta pintora con el objetivo de poner en valor su trayectoria y aportación a la historia del arte, reivindicando su posición de pionera de la abstracción, pero también como excelente artista que desde una figuración con un claro espíritu surrealista cultivó la identidad gitana y la experiencia femenina de género en el contexto franquista.
La exposición, comisariada por Haizea Barcenilla y Ane Lekuona, reúne más de un centenar de pinturas (133) y obras sobre papel realizadas desde sus inicios profesionales en la década de los 40 hasta sus últimas obras producidas a mediados de los años 70, así como diversa documentación —cartas manuscritas, fotografías, programas de exposiciones, artículos de prensa— y réplicas de trajes diseñados por ella para su hermana y bailaora de flamenco Rosario Escudero.
Las obras presentes en la exposición forman parte de las colecciones de las principales instituciones vascas —Kutxa Fundazioa, San Telmo Museoa, Diputación Foral de Gipuzkoa, Museo de Bellas Artes de Bilbao, Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco - Artium Museoa, — destacando, especialmente, la contribución de San Telmo Museoa por el volumen de obras prestadas como institución depositaria de una importante parte del legado de la artista. Así mismo, la aportación de galerías y colecciones particulares, que han respondido de forma generosa a la campaña de búsqueda de cuadros lanzada en mayo de 2024 por Kutxa Fundazioa, amplia la posibilidad de disfrutar de la rica y extensa producción artística de María Paz Jiménez en esta exposición.
LA ARTISTA
Pintora autodidacta, María Paz Jiménez comenzó a formarse en Argentina a lo largo de la década de 1930, durante su exilio, y bajo la influencia del surrealismo. Esta forma de iniciarse en la práctica artística le acompaña a lo largo de su vida, lo considera como algo positivo y no le impide dudar del sentimiento de ser pintora: “Me siento totalmente pintora, sí, sobre cualquier otra cosa. Si dejara de pintar me imagino que algo marcharía mal. No creas que me disgusta ser autodidacta. Creo que tiene bastantes ventajas. En éste, como en todos los campos, te permite tener una mente limpia y libre para elegir lo que quieras, sin pretensiones academicistas. Son cosas que luego tardas mucho en quitarte de encima”.
Regresó a San Sebastián en 1945 y, desde entonces, fue un personaje destacado del panorama artístico. Persona de cultura extensa, lectora de poesía y filosofía, gitana que sentía el flamenco, cultivó una figuración muy personal y una abstracción vanguardista que le valió el reconocimiento del contexto artístico. Sin embargo, quedó fuera del conocido como arte vasco, protagonizado por hombres. Este hecho y su temprano fallecimiento determinaron que no ocupara el lugar que merecía en la historiografía del arte.
LA EXPOSICIÓN
Etapa surrealista. 1937-1945
Entre las corrientes de vanguardia, fue el surrealismo el que atrajo su atención. Esta tendencia tuvo gran fuerza en la España de los años 30 y hay similitudes entre las figuras que hará Jiménez en esta primera época y las que realizaba Ángeles Santos en aquella década, cuya obra debió conocer, pues en aquella época gozaba de un gran éxito en Madrid.
El surrealismo encajaba perfectamente con los intereses y las preocupaciones de María Paz Jiménez y su rastro aparece a lo largo de su obra. En la base del surrealismo encontramos la irracionalidad, el inconsciente, la atracción por aquello que no logramos aprehender, el mostrar que hay algo que escapa a la razón, escondido en lo cotidiano o más allá de la vida material. Por lo tanto, no es de extrañar que una artista como Jiménez, quien sentía atracción por lo misterioso y quien siempre mostró una fuerte tendencia existencialista, se viera tentada por este movimiento: el surrealismo le proporcionaba buenas herramientas para investigar los rincones más profundos del ser humano.
Son pocas las obras que nos han llegado de estos años. Se trata fundamentalmente de bodegones y de algunas piezas surrealistas protagonizadas por figuras etéreas, al margen del mundo material, generalmente femeninas representadas en espacios ambiguos, indefinidos, pintados en tonos azules.
En 1936, con la toma de San Sebastián, María Paz Jiménez huye a Francia con su marido, el ingeniero donostiarra Alfredo Bizcarrondo, para acabar instalándose en Argentina (1938-1945) donde se formó en las Escuelas Libres y con la pintora Mercedes Rodigué de Soto Acebal. En Buenos Aires participó en numerosas exposiciones y concursos. En 1943 realizó su primera exposición individual en el Salón Municipal de Bellas Artes de Buenos Aires por la que recibió muy buenas críticas calificándose su pintura de «surrealismo esotérico».
Así, estos años en el exilio fueron fundamentales para ella porque sufrió un verdadero cambio: la mujer que llegó a Argentina era una aficionada al arte y pintora amateur, pero la que regresó era una artista profesional tanto en su desarrollo como en su propia autopercepción.
Figuras o monigotes. 1945-1949
A su regreso a San Sebastián en 1945, abandona las fantasías surrealistas y alterna tres estilos paralelamente:
Una obra más figurativa, donde sus cuadros se llenan de “monigotes” o figuras, casi siempre femeninas, con referencias autobiográficas a su hermana Rosario y a ella misma como protagonistas. Son imágenes sencillas, de fuerte carga poética y con una simbología a sus orígenes gitanos: el pelo largo y suelto de las niñas o la piel blanca de las protagonistas de sus primeros trabajos que, con el paso del tiempo, se va oscureciendo.
Cabe destacar que fue en los años más oscuros del franquismo cuando Jiménez realizó las pinturas más coloridas. En contraste con los colores vivos, situó las figuras en espacios cerrados, que a veces incluso podían resultar angustiosos. En algunas ocasiones, los espacios domésticos transmitían la sensación de la «habitación propia», pero, en otras, la asfixia que representó la dictadura para las mujeres y los grupos minoritarios.
Las pinturas de bodegones de corte expresionista, obras que realizó en lo que se ha llamado un “estilo postpicassiano”, un estilo muy apreciado en la España del momento, que le permitió moverse por el mundo de las galerías y ganar varios premios. Una influencia, la de Picasso, que ella misma reconoce en una entrevista cuando le preguntan por sus influencias: “Muy pocas. Durante una primera época, el expresionismo picassiano; pero ahora, ninguna”.
Y finalmente, la abstracción, que seguía desarrollando en su estudio.
Experimentación. 1949-1955
En 1948 Jiménez viajó a París, donde visitó exposiciones de artistas que marcaron el comienzo del movimiento informalista. Esto le impulsó a probar la abstracción, y en la exposición individual que realizó en 1949 en la Sala Stvdio de Bilbao expuso seis gouaches abstractos. Fue una de las pioneras a nivel estatal, pero no obtuvo la respuesta esperada de la crítica, lo que le llevó a limitar su trabajo abstracto a los muros de su estudio.
María Paz Jiménez trabaja aspectos diferentes en cada estilo y los hace compatibles durante un periodo bastante extenso, lo que rompe con la concepción de que la abstracción y la figuración son incompatibles. De alguna manera, los tres estilos le ofrecieron la oportunidad de experimentar diferentes campos en su búsqueda de un lenguaje propio.
Por lo tanto, la artista no descartó la figuración. Al contrario, en su exposición de la sala Stvdio se exhibieron tanto trabajos abstractos como figurativos.
Informalismo matérico. 1955-1961
María Paz Jiménez viajó varias veces a París y en 1956, a la vuelta de uno de esos viajes, declaraba en una entrevista: «el arte abstracto comienza a seducirme». «Te diré, pues, que pienso seguir pintando grandes composiciones, fuertes de empaste y color. ¡Ay, si yo pudiese llegar a expresarme muy concretamente, pero abstractamente!». En esa época comenzó a adentrarse en el informalismo matérico utilizando pinturas plásticas, arenas y polvo de piedras, creando relieves de textura rugosa y expresiva, dejando de lado la figuración y colocándose entre las primeras artistas informalistas.
La abstracción era el lenguaje plástico más moderno del momento, y las instituciones del País Vasco, con una visión muy tradicionalista, se negaron a aceptarla hasta los años 60.
María Paz Jiménez se comprometió totalmente en la reivindicación de la modernidad: entre otros eventos, participó en la Exposición de los 10, celebrada en 1959 en el estudio de Amable Arias. Al año siguiente, como respuesta, concedieron a María Paz y a Amable Arias los primeros premios a obras abstractas en el Concurso de Navidad de San Sebastián, al tiempo que los Museos Modernos de París, Bilbao y Madrid compraban varias obras de arte, y su fama alcanzaba su punto álgido.
La trama del misterio. 1965-1974
A principios de los 60 María Paz Jiménez sufrió una profunda crisis de creación. Dejó de pintar durante un tiempo y, a su regreso, desechó el informalismo y volvió con un estilo totalmente diferente. El cambio se vio impulsado por una inquietud íntima, por el deseo de desvelar el misterio que nos rodea. La artista siempre se interesó por la astronomía y la geología, intereses científicos que compaginó con la filosofía existencialista.
Tras trabajar un estilo más formalista, pasó a otro estilo más expresivo. El resultado fueron óleos de superficie lisa, que indicaban el sentido dinámico del espacio. Manteniendo la misma gama de color, incorporó grietas, contracciones y nudos para tensar las superficies. Esos núcleos, situados en el centro de las escenas, fijaban la estructura de toda la obra. En el plano espiritual parecía volver al esoterismo de sus primeras obras, así como en lo artístico, si pensamos la abstracción «espacialista» como una continuación de los fondos de las obras del exilio. Como si de un círculo se tratara, la experimentación volvía al punto de partida.
María Paz Jiménez explica este regreso: “Hacia el año cincuenta y cuatro llegó el abstracto. Y durante los once años siguientes (1954-1965) trabajé en plásticos, hasta que he vuelto al óleo y a las veladuras. Es un regreso, sí, y a mí me deja tranquila. Después de haber pasado todos los fuegos, llegar de nuevo a la serenidad, al misterio…, como debe ocurrir a la hora de la muerte”.
Un final sin cierre. 1974-1975
En su último año María Paz Jiménez estaba emprendiendo un nuevo camino. Dejando de lado las superficies suaves, volvió a fijarse en las características de los materiales para realizar pequeños trabajos que evocaban imágenes geológicas. El itinerario que estaba creando con aquellas formas orgánicas de gran profundidad, color y brillo, resultado de colocar distintas superficies y quemar madera, quedó finalmente inconclusa.
Finalmente, esta exposición recorre el fértil y vasto universo de María Paz Jiménez, explorando las pasiones que confluyeron en ella; permite revisitar su figura y colocar su nombre y su pintura en el lugar que merece en la historia moderna del arte vasco.
Al mismo tiempo, esta muestra es el resultado del trabajo conjunto de varias instituciones, con especial importancia a nivel de restauración: el proyecto expositivo ha servido para unificar criterios de restauración en la intervención de las obras, conocer cómo y con qué materiales trabajaba Jiménez, y poder tomar decisiones colectivas a la hora de intervenir. Las restauradoras de Kutxa Fundazioa, San Telmo Museoa y Diputación Foral de Gipuzkoa que han intervenido en las obras han compartido el espacio del taller de restauración de Gordailua y el conocimiento sobre este tema.
El CATÁLOGO
Con motivo de esta exposición, Kutxa Fundazioa edita un catálogo ilustrado con un texto curatorial de Haizea Barcenilla y Ane Lekuona, y textos de carácter diverso escritos por AMUGE —Asociación Intercultural para la promoción y el empoderamiento de las mujeres gitanas de Euskadi—, María Rosón, María Lluïsa Faxedas y Raquel López Fernández. La edición es bilingüe en euskera y castellano con apéndice de textos en inglés.
CURADORAS
Haizea Barcenilla. Doctora en historia del arte por la UPV/EHU, previamente realizó el MFA Curating del Goldsmiths College, en Londres. Es profesora agregada en el departamento de Historia del Arte y Música, y vicedirectora del máster CYXAC, así como co-investigadora principal del grupo de investigación Hariak. Investigaciones feministas de la literatura y las artes. Sus líneas de investigación se centran en la crítica feminista a la construcción de la historia del arte, fijándose especialmente en los discursos creados por las exposiciones y la crítica. Fue comisaria residente en el programa Le Pavillon del Palais de Tokyo de Paris (2009-2010) y participó en el programa Kuratorlab de Konstfack Universität, Estocolmo, en 2012. Ha realizado estancias de investigación en Keio University de Tokyo, La Sapienza de Roma y Universidade Nova de Lisboa, y ha impartido clases como profesora invitada en la Universidad de Nantes, en Roma Tre y en la UNAM de México. Ha dirigido seis tesis doctorales. Ha sido comisaria de varias exposiciones, entre ellas, Baginen Bagara, comisariada con Garazi Ansa, tras la cual ambas crearon el proyecto Bagara, una de las líneas principales del grupo
Ane Lekuona. Doctora por la UPV/EHU, ejerce como profesora ayudante doctor en la facultad de Bellas Artes de la misma universidad. Entre 2018 y 2022 recibió la ayuda predoctoral del Gobierno Vasco y ha realizado estancias de investigación en universidades extranjeras y nacionales (UNAM de México, San Martín de Buenos Aires, Pontificia Católica de Santiago de Chile y Autónoma de Madrid). Ha publicado numerosos artículos y estudios relacionados con la crítica feminista en las historias del arte y con las artistas vascas. Ha participado en proyectos expositivos como comisaria y ha colaborado con instituciones como Tabakalera, San Telmo Museoa, Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco – Artium Museoa y Kutxa Fundazioa. Ha formado parte del proyecto de investigación Desnortadas. Territorios del género en la creación artística contemporánea y actualmente pertenece al grupo de investigación Hariak. Investigaciones feministas de la literatura y las artes. En 2024 ha publicado el libro Hacia una revisión feminista de la historia del arte del País Vasco (Comares).
Premio. 27 ene de 2025 - 10 mar de 2025 / Vitoria-Gasteiz, Álava, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España