Los paisajes fotográficos de Stuth aúnan tiempo y espacio en composiciones que, sin bien parecen limitarse a representar una estancia, constituyen en realidad complejas alegorías en las que se dan cita la pintura, la fotografía, el cine, las referencias literarias y científicas, la alta y la baja cultura. La artista inserta en sus obras, a veces de forma sutil y otras creando bodegones que evocan las Vanitas de la pintura flamenca del siglo diecisiete, elementos de las fuentes más diversas: ya sea un busto de Platón, una foto del Reichstag en llamas, un retrato de Galileo, un fragmento de un cuadro de Magritte, un fotograma del film Trainspotting o un graffitti del artista Banksy. Esta heterogeneidad de referentes hace que las fotografías de Stuth se proyecten más allá del escenario que representan e integren múltiples lecturas que niegan a la imagen fotográfica su común atribución ... de mera captación de la realidad.

La fotografía se convierte, en manos de Stuth, en un recurso expresivo con la misma libertad creativa de la pintura, a veces abiertamente artificiosa y otras sutilmente equívoca. La artista explora el espacio de los lugares que reproduce (una cueva, un antiguo salón de baile, una discoteca desierta, un lago…) e introduce en estos escenarios referencias al paso del tiempo y a la existencia que podría haberse dado en ellos. Dando forma a un “pensamiento fotográfico”, parece aunar lo que capta la cámara con lo que esta sugiere en la mente, dando lugar a una expresión visual del continuo monólogo interior al que nos somete la mente consciente.