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Michéle y Michel Auer empezaron a coleccionar por separado en los años 60. La época estaba principalmente dominada por el fotorreportaje. Se habían olvidado ya las vanguardias de principios de siglo. Y los artistas plásticos, sirviéndose de la fotografía, trabajaban fuera del "mundo de la fotografía". Lo hacían, bien con el objetivo de apropiación (Fluxus, Nuevo Realismo, Pop), o bien, a partir de finales de los 60, para documentar las obras de naturaleza performativa (Land-Art, Performance, etc.) o lingüística (Concept-Art). Únicamente Bernd y Hilla Becher iniciaron un trabajo de documentalistas en el campo del arte.
En aquellos años, sólo algunos historiadores del arte moderno se acordaban aún de las experiencias llevadas a cabo por los artistas de las vanguardias históricas de los años 20 y 30. Son rarísimos los coleccionistas, conservadores y galeristas que se interesaron por todo lo que atañe ai siglo XIX. Era más fácil encontrar fotografías del siglo XIX en los mercados ambulantes que en los museos. Cabe precisar que los neoyorquinos, gracias a su departamento de fotografía en el MoMA, salvaguardan desde los años 40 un patrimonio que les vincula a la modernidad, antes incluso que lo estuviesen sus pintores y escultores.
Por su formación en artes aplicadas y fotografía, los Auer guardaban en un principio todo lo que encontraban en su camino procedente del siglo XIX. Un planteamiento que se asemeja bastante a la actitud del fundador de la primera cinemateca, Henri Langlois, que salvaba todos los fragmentos de películas que caían en sus manos. La fotografía y la película tienen en común, como todos los "nuevos medios de comunicación" de entonces, que su producción está directamente vinculada a la lógica de la producción capitalista. Grabadas en soportes mucho más perecederos que una pintura, estas imágenes fijas y en movimiento están destinadas a tener una corta vida, puesto que serán consumidas inmediatamente. Así pues, algunos pocos fanáticos del objeto "fotográfico" se implican en un trabajo de protección de ía memoria colectiva, en el que les faltan todas las herramientas, yendo de la reflexión teórica hasta la conservación. En los años 60, Europa carecía por completo de instituciones, de críticos y, evidentemente, de coleccionistas. Consciente de que hay que tener en cuenta toda la cadena que produce "lo fotográfico", Michel Auer considera el aparato igual de determinante que el producto final, tanto si son copias como libros, inscribiéndose en una lógica cercana a Beaumont Newhali o a Irene y Helmut Gernsheim, por ejemplo, primer responsable de la fotografía en el MoMA.
El encuentro entre los dos Michels se produce en 1974, en una época en la que se considera, por primera vez en la posguerra, a la fotografía como perteneciente a las bellas artes, con la Documenta VI de 1977 como punto culminante. Los Auer viven entre París y Ginebra y fundan con otros fotógrafos ginebrinos el Centre de la Photographte Genéve, en 1984. Un año después, se lanzan a la creación de una enciclopedia de fotógrafos del mundo entera y de todas las épocas, que cuenta hoy en día con 78.000 entradas y que dentro de poco tiempo se podrá consultar por ¡nternet. Asi, se ponen los cimientos sobre los que evolucionará la colección. Los Auer trabajaron en estrecha colaboración con los fotógrafos o sus descendientes,
con una curiosidad sin limite, un amplio conocimiento de la historia y de técnicas que van de la química a la óptica, pasando por la mecánica, y con una especial debilidad por los libros y así crearon un conjunto de ambición enciclopédica. Aunque no existe ninguna colección sin lagunas. Michéle y Miche! Auer se empeñaron más bien en abarcar un panorama lo más amplio posibíe de todos los ámbitos de la fotografía, (incluso adquirir pequeñas copias testimoniales más que ejemplares de exposición}, que no en ir a la caza de piezas raras desde un punto de vista mercantil en una época en que ios precios subían como nunca antes habíamos visto. Michéle Auer resume bien nuestros tiempos: "Una ola de Eugéne Colliau es tan bella como una ola de Gustave Le Gray, pero menos cara, y sin embargo los esnobs prefieren la de Le Gray ya que ha alcanzado una cifra de venta en subasta cíe 3 millones de francos suizos".
La pareja coleccionista con cerca de 160.000 copias, 500 aparatos y 20.000 libros, aparece hoy, (presentaron parte de su tesoro sólo una vez en 2004 en el Museo de Arte y Historia de Ginebra [véase el importante catálogo editado para la ocasión]), como pionera en la lucha por el reconocimiento de la fotografía como una de las bellas artes. Y, en efecto, se preocuparon más por descubrir a artistas poco conocidos u olvidados (como Laure Albin Guillot y Emst Fuhrmann por citar sólo algunos) que de correr detrás de los últimos cambios dictados por la moda.
Esta lucha por el reconocimiento del pariente pobre de las bellas artes les ha llevado a los dominios más diversos de la actividad fotográfica, que se confunden con todas las actividades de la sociedad moderna. Asi, se pueden encontrar clichés que ilustran representantes del crimen (Wegee) como imágenes que buscan captar eí movimiento (Georges Demény), junto a ejemplos innovadores en el terreno del color (inventores contemporáneos tales como Rene Groebli) así como fotografías de un responsable de la promoción de los productos de Kodak en Rochester (Jack Collins). Esta preocupación enciclopédica, de investigación y de clasificación hace de los Auer unos coleccionistas democráticos, tal como el medio que se formó dentro de la cadena de producción capitalista.
Si hoy en día la fotografía (servil herramienta de la historia del arte, que la ha rechazado durante mucho tiempo en su seno), ha conquistado la ciudadela del arte, es porque por sí misma ha desmitíficado el arte. Entrando en el templo, lo ha arruinado. Lo que el humanismo desde el Renacimiento ha construido como "arte" está a punto de desplomarse. Existe un nuevo paradigma que pide ser conceptualízado. Queda como trabajo para las futuras generaciones ocuparse de la fotografía bajo sus nuevos auspicios. Los pioneros como Michéle y Michel Auer participaron con todas sus fuerzas en el reconocimiento de la fotografía como un arte (democrático). En su resuelto afán por construir los cimientos de un nuevo clima artístico, no pudieron prever el contraataque. Por estas razones, su colección sigue siendo ejemplar.
Entrada actualizada el el 26 may de 2016
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