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Mis chicas. Aves y collages

Exposición / Sala de Exposiciones Juana Francés - Casa de la Mujer / Casa de la Mujer - Don Juan de Aragón, 2 / Zaragoza, España
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Cuándo:
23 ene de 2009 - 23 feb de 2009

Organizada por:
Sala de Exposiciones Juana Francés - Casa de la Mujer

Artistas participantes:
Paco García Barcos

       


Descripción de la Exposición

Paco García Barcos nos propone el relato de una búsqueda. En un sentido no muy diferente de las que proponía la literatura medieval, como en el Roman de la Rose, o Lewis Carroll en su Alicia. Un sueño de soñador profesional lovecraftiano a lo Randolph Carter, un viaje hacia abajo, sin duda, pero a mitad del cual encontraremos espacios libres donde poder volar sobre una alfombra. La paradoja la conjura Fernando Savater cuando nos habla de Julio Verne y su Viaje al Centro de la Tierra: 'Tal como la moderna física atómica ha pulverizado la solidez de la materia, igualándola a la dispersa vacuidad de los espacios esterales, así las cada vez más generosas cavernas que hallan los exploradores de Verne reproducen la abierta amplitud de la superficie que habían dejado atrás'. La exploración no es término ingrato para los surrealistas. De Maurice Heine es la entrada que le dedica al término el Diccionario abreviado del surrealismo de 1938. 'En verdad, si no quedase sobre la tierra más que una superficie limitada de tierras desconocidas, aún en el hombre, insaciable conquistador de espacios y de tiempos, se abriría un mundo mutable e ilimitado cuya exploración apenas ha comenzado y que, quizá para su inmensa alegría corre el riesgo de reanudarse todos los días'. Exploración en el hombre, o del hombre en el niño. En realidad, todo es pasado tras nosotros, pasado que, como tal, y frente al futuro, representa lo conocido. Sin embargo, ese pasado donde todo ya está dicho es absolutamente incierto para cada cual, porque se trata de un territorio asentado sobre la duda. Siendo las primeras dudas las más triviales: las dudas sobre el origen, la paternidad y el nombre. El primer territorio a explorar es el baúl de los recuerdos familiares. Esa tarea de excavación puede realizarse con un simple par de tijeras y pegamín, las tijeras del cesto de costura y el sindetikon con el que se mancha los dedos Carlos Pazos. Max Ernst desempolvó para sus novelas gráficas ilustraciones decimonónicas. Corrían los años treinta. Una distancia temporal parecida separa a Paco García Barcos de los tebeos del primer franquismo, los que leyera, tal vez, su madre.

 

Mis chicas, de Paco García Barcos, le roba el título y sus protagonistas a una publicación creada en 1941. Era un tebeo donde primaba la fantasía, y donde no existía la obsesión doctrinaria de Flechas y Pelayos. El espíritu de evasión era perfecto y las niñas dialogaban tranquilamente con los animales. Algunas de estas niñas no eran tales, sino muñecas que buscaban el camino de vuelta a su juguetería, y sólo por la noche cobraban vida. Curioso resulta lo que le dice el ratón 'Roedorcete' a la muñeca extraviada: 'aunque la cloaca no es un lugar adecuado para tan linda niña, no deja de ser un camino seguro para usted y sobre todo para mí'. En la página web donde encuentro esta viñeta, encuentro otra cosa más curiosa todavía, que es el comentario de una visitante ('bag lady', apodo internáutico) a quien su abuelo llamaba siempre 'Anita Diminuta', y que no sabía por qué y lo averiguaba ahora, porque era el nombre de aquel pequeño personaje, cruce de Alicia, Pinocho y Pulgarcito. Me deja desconcertado descubrir cómo podemos encontrarnos, en un sitio tan raro, en una página web sobre tebeos, una clave de nuestra biografía. Es la exploración de nuestro subsuelo privado, en cuyo curso perdemos pie, tragados por las arenas movedizas del pasado, en las nebulosas vísperas de boda de los progenitores, extraviados en la infancia de quienes nos preceden, en el tiempo de las hadas compartido por generaciones y en el bosque peligroso donde perder la identidad, jugando.

 

Los niños perdidos necesitan quien los guíe. Este o esta guía debe tener un privilegio pero está sujeto a un tabú, es diferente y no puede salir fuera. Es un niño que no se hace mayor o no es una niña de verdad sino una muñeca. Algo parecido a la inmortalidad y también, un castigo. La muñeca permanece en su precariedad de plástico, las niñas que le arrancaron la cabeza son quienes envejecen y se mueren. Cuando Paco García Barcos le pone una cabeza de muñeca a una gallina disecada, la convierte en oráculo, haciendo trampas con el tiempo y la muerte, como el Doctor Frankenstein. El objeto tiene algo de macabro, pero es el precio a pagar por recibir noticias de otros mundos. Sirenas admonitorias, se inclinan sobre los intrusos del bosque laberíntico.

 

La individualidad es algo tan maravilloso como trágico. La historia que nos cuenta Paco García Barcos tiene un final feliz sólo aparente. Los niños encuentran las cabezas que habían perdido. En un momento previo, habrían visto girar la rueda de la violencia. A los malvados árabes de tebeo los han burlado, montados en una alfombra voladora. Esa alfombra puede tener forma de libro. Hay una tortuga que empuja un carrito que, a su vez, es un atril. En el libro tal vez se descubran algunas de las recetas para encontrar nuestras cabezas. Se dice que la esencia de los demás seres es genérica, la de los animales, por ejemplo, pero que la del hombre, el ser parlante, es individual, tan privilegiada, por lo tanto como frágil. Pero este asunto de la individuación suele tenernos sobre ascuas, sobre todo si mirando hacia dentro vemos en el extraño mundo del cuerpo algo que somos y no somos, una materia de la que es algo difícil independizarnos. Los personajes de Mis Chicas parece que vivan en un mundo microscópico, como Raquel Welch (el cuerpo dentro del cuerpo), Stephen Boyd y el resto de los exploradores del Viaje alucinante, la película de Richard Fleischer que después han imitado a la baja, con intención didáctica, en Érase una vez el cuerpo humano. Ese mundo interior es propio y ajeno, como nos recuerda la neuróloga Laura Bossi 'el organismo alberga también una increíble variedad de organismos simbióticos: habría en nuestro cuerpo más bacterias que células humanas, y un organismo humano albergaría millones de organismos simbióticos pertenecientes a un millar de especies diferentes que 'cooperan' con nuestras células'. García Barcos desciende a un detalle incluso mayor, porque los parajes por donde se han perdido sus niñas y niños están habitados por puntos coloreados que se parecerían bastante a las partículas subatómicas, tal como las pintan las ilustraciones de ciertos modelos físicos. Como decía en la cita de Fernando Savater, la física atómica ha pulverizado la materia, las cavernas son cada vez más generosas y no hace falta tanto la luz como lo ojos para ver. El mundo nocturno donde se debería desarrollar la peripecia de la búsqueda se demuestra blanco bajo la lupa del científico. Lo negro sólo existe en la caperuza que envuelve o sustituye las cabezas.

 

Estos personajes sin cabeza pertenecen al linaje ilustre de un flautista, un 'hombre sin ojos sin nariz y sin orejas' inventado por Apollinaire en El músico de Saint-Merry. Tal vez se trate de una invención compartida con Giorgio de Chirico, de quien fue amigo el autor de los Caligramas, y de la que se apropiaron con entusiasmo los surrealistas: Dalí con sus cabezas bulbo, Magritte con los rostros de sus amantes envueltos en sudarios. El huevo negro que los niños y niñas de Mis Chicas llevan por cabeza abre el agujero negro de la duda sobre la identidad, en un tiempo de indefinición sexual durante el cual las imágenes eróticas pasan por delante de los ojos ciegos como globos aerostáticos, frente a una mirada que no las puede entender, perdiéndose en el aire extraño del pasado incomprensible. La pasión, no obstante, se siente durante el viaje al inframundo como una brisa extraña, y esos raros tentáculos -marca de la casa en Paco García Barcos- se balancean con ella.

 


Imágenes de la Exposición
Paco García Barcos, Gallina

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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Paco García Barcos, Gallina

Paco García Barcos, Gallina

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