carlier | gebauer anuncia Mutanten, la primera exposición individual de Erik Schmidt en la sede de la galería en Madrid.
Erik Schmidt traza un camino de colores vibrantes en constante movimiento que invita a ser recorrido en estado de mutación física e identitaria. Mediante el uso del gesto y del color, Schmidt se empeña en corregir el documento resultante de una realidad obstinada que sigue adelante imparable. El artista interviene la imagen de una palmera, y de otra, y de otra más, hasta su total disolución. Registra y colorea un parkour delirante, fracasado, que propone la huida hacia la otredad, hacia las palmeras, como única vía de escape. Pinta sobre periódicos actualizados pero indiscernibles en sus contenidos violentos, diarios e ineludibles. Empasta y reencuadra a un grupo de adolescentes, a una juventud eterna, reciclada. Y reflexiona mientras busca incesantemente una plaza de aparcamiento repitiendo el mismo ejercicio de maneras diferentes. Una...vez intervenido el documento y anulada su reiteración a través del gesto vivo, visionario, interior y personal del artista, los memento mori de Schmidt se materializan.
La perspectiva en Palm Bombs (2022) ubica al espectador yacente bajo la palmera y expuesto al peligro de que un coco le caiga encima. La sexualidad es la contraparte de la muerte, una muerte otra, tanto como la otredad hace balance con lo identitario y contribuye a su definición. Así las palmeras exhaustas son también explosiones sensuales: manifestaciones de la tensión física y sexual recurrente en la obra del artista, en sus pinturas y en sus vídeos. The Bottom Line (2018) sería otro ejemplo de cómo Schmidt utiliza su propio cuerpo para mutar en otro y en otros, extendiendo la invitación al que mira. Un ejercicio que también practica de manera visible, aunque menos evidente, en sus retratos callejeros. El artista se abandona como vehículo expresivo de una muerte en vida.
En un determinado momento, un joven Erik Schmidt declara en Parking (2001): “Estoy en camino, busco un motivo que calme mis sentidos”. Un Erik Schmidt “joven y moderno”, un yo otro… porque “todo se disuelve… nuestros cuerpos se transforman…”. Esta obra temprana revela algunas claves interpretativas esenciales de su trabajo. El monólogo interior que articula la filmación deviene en una capa de pintura que el artista aplica a brochazos oscilantes entre la otredad y la identidad. Mientras que la acción reiterada y absurda de aparcar, la excusa para la divagación, resulta ser un documento del inexorable acontecer de la vida y la naturaleza, mutante y estático a la vez. La voz interior de Parking concluye diciendo: “...y al día siguiente ella había olvidado todo”. Y viene a la mente un verso de Rimbaud de Una temporada en el infierno: “… aquellos que encontré quizá no me hayan visto”.
Erik Schmidt (1968, Herford) vive y trabaja en Berlín. Ha participado en exposiciones colectivas e individuales en instituciones como Kunsthalle Hamburg, Hamburgo; Hamburger Bahnhof, Berlín; Artists Space, Nueva York; MARTa Herford, Herford; Museum Morsbroich, Leverkusen; KW Institute for Contemporary Art, Berlín; Matsumoto City Museum of Art, Matsumoto; y Museum der Moderne, Salzburgo. Su obra forma parte de colecciones públicas como Taguchi Art Collection, Tokio, Japón; The Rubell Family Collection, Miami, EE.UU.; Museo Reina Sofía, Madrid, España; Belvedere, Viena, Austria; Deutsche Bank Collection, Alemania; MARTa Herford, Alemania; Fundació la CAIXA, Barcelona, España; Leopold-Hoesch-Museum Düren, Alemania; Colección de la Bundesrepublik Deutschland, Berlín, Alemania.
Texto: Yara Sonseca Mas
Entrada actualizada el el 31 may de 2023
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