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Cipri Molina, escultor cordobés, radicado en Barcelona, investiga a través de la memoria conceptual de las esculturas, la percepción de la existencia, empleando materiales como el hierro y otros metales, siendo un dominador de las técnicas de soldadura, aspecto que incrementa el aspecto de la poética del trabajo directo sobre ... metal. De esta manera conforma, orienta e incide de forma directa, buscando la expresividad, los acabados, pero, a la vez, expresa con claridad la verdadera dinámica de la idea.

Indaga en la particularidad de la expresividad, en la visión metafórica de la existencia, aunque pretende alcanzar cotas situadas más allá.

La existencia es un hacer, un recurrir a hechos y actuaciones, cotidianas o no, por eso Cipri elabora metáforas, porque incide en los aspectos ocultos de la misma realidad, aquellos que, por evidentes pasan desapercibidos, pero son los que nos guían buscando la particularidad que domina e intensifica la labor de constatación.

Inmortaliza el arte porque sabe que los metales y materiales son peredecederos.

Nos habla de la parte biológica, pero, sin querer, nos expresa la gran verdad el arte, que es su inmortalidad, lo mismo ocurre con el alma de las personas y de todo lo existente. Aunque el fundido es la juventud y el proceso de oxidación, la vejez, el legado, la idea, la sensación, la sensibilidad de lo creado crea una energía, una especie de alma de la obra de arte que no perece, sino que se transforma.

En la memoria colectiva está registrado todo lo existente. Y de ahí que, la humanización de la escultura no la hace vulnerable, sino todo lo contrario. Es un firme defensor de la dinámica de la evolución.

Expresivo, intenso, domina la existencia a base de esfuerzo, presentando obras caracterizadas por su diversidad de situaciones, en las que hay un nexo común que las aglutina que es concepción del trabajo directo sobre metal.

Persiste en el esfuerzo de soldadura, potenciando la visibilidad de sus temáticas, en el sentido de darles mayor fuerza, siendo un creador que se implica con los materiales, porque establece una actitud de tensión y de solidez que le permiten entablar un diálogo de tu a tu con la escultura.

Para él no es una disciplina plástica, sino que forma parte de la existencia, está implicada con las fibras emocionales del creador, pero también con las de la propia idea que le ha permitido ser. Por esta razón su obra no busca la fuerza de la plástica solamente, sino que necesita una actitud de complicidad emocional para ser en su conjunto. El resultado es una producción social, de carácter expresivo, alegórica, muy trabajada, que refleja actitudes, que va más allá de estas, porque, en realidad lo sencillo deja paso a su inmanencia contenida en el laberinto de la propia trascendencia ubicado en el devenir y en la lucha por ser.