Desbloqueo el móvil, abro Instagram, me voy a las historias o a los reels para entretenerme un rato y, qué me pare?
Tutoriales y más tutoriales de maquillaje. Uñas de fantasía. Una chica estupenda con su biquini nuevo de Bottega Veneta. Un desayuno veggie a la Vía del Corso a Roma. Videos coreanos con chicas imposiblemente delgadas. Una ONG que me avisa que hay que cuidar los océanos. Un gatito de tres meses que ronca.
Recordamos que Instagram sabe que mi sexo es femenino, y esto es lo que me muestra. A esto queda reducida la feminidad cuando el algoritmo detecta que carezco del cromosoma Y.
Continúo haciendo scroll, aparece otra chica, apenas rondará los 14 años, esta vez más sexy, más estupenda. Otras dos chicas hacen un baile #trending. Algún post feminista. Algún anuncio de #selflove y anticánones, #feelgoodwithyourself.
Pero, ¿qué es lo que no veo? No veo realidades. No veo la foto...de después de una violación ni el cadáver de la asesinada por su pareja. No veo ningún director tocándole el culo a la empleada ni quien manda callar su mujer. No veo los restos abandonados de una niña de ocho años entre los matorrales. No veo la crudeza de estos cuerpos destrozados, las miradas desesperadas, la sangre derramada. ¿Qué pasaría si en vez de callarnos se hicieron los posts de estas cosas igual que publican los selfies?
¿Y si en vez de un viaje en Ibiza fuera la imagen de cuando te dejaron tirada en ese callejón después de violarte?
¿La foto de tu cuerpo inerte, en la acera, después de que tu marido te empujara por la ventana?
¿Un retrato en el espejo de tu baño de cuando tu chico te encerró porque no quería que saliste de fiesta?
¿Un selfie con el que te toqueteó en el metro?
¿Una foto del plato que has cocinado salpicado de sangre por la brutal paliza que tu pareja te ha dado?
Parece que últimamente hay más visibilización de género, de forma, de sexualidad y de feminismo. Es esperanzador y necesario. Pero yo querría, además, que se llenaran Instagram, TikTok, Facebook y otras redes sociales de las imágenes más duras que queden después de las agresiones. Donde se muestran los cuerpos deshechos y las almas rasgadas de mujeres jóvenes y mayores, delgadas, gordas, lesbianas, transexuales, con discapacidades, de cualquier raza o país, porque no olvidamos la ironía de como la violencia machista es, de las lacras sociales de la humanidad, la menos discriminatoria.
No me interpretéis mal, no es que quiera el morbo. Es que quiero la cruda realidad, aquello visceral capaz de hacer reaccionar las personas. Quiero que vean los golpes que escondan los filtros, lo que no mostramos por temor al futuro, el qué dirán o a las dependencias psicológicas que tenemos de la pareja. Quiero que a la gente se le revuelva el cuerpo y el alma y se le graben estas fotos con el jefe porque la próxima vez que alguien diga que “no es para tanto”, las recuerden y se atraganten a mitad de la frase.
Por eso, y por muchas cosas más, va este mural. Porque creo que tenemos que ver la violencia contra la mujer así, sin filtros.
Y porque quizás si se viviera más, moriríamos menos.
Victoria Ripalda Tamame (Zaragoza, 1991)
Graduada en Bellas artes y Máster por la UPV en Diseño e Ilustración, es una artista, ilustradora y diseñadora que actualmente reside en Barcelona. Ha trabajado como directora de Arte y freelance para clientes como La Rambleta, y ha aparecido en publicaciones como por ejemplo Zorras peligrosas, 100° Fanzine o la revista Monográfico, entre otros. Actualmente trabaja como jefe de gráfico para OYSHO Sport, y crea obra personal a través de Sabotage Gallery.
El 2014 se mudó a València y ha participado en varios certámenes como Circuito de Ilustración, en Mercado de Tapinería, Tenderete Valencia, Trueno Rayo Fest, las V Jornadas de Cómic de València, Museo ABC de Madrid y Fabra y Coats, en ediciones del GRAFO, o al Festival Asalto de Zaragoza el 2018 y 2019.
Ha participado en exposiciones colectivas como por ejemplo Muerte a los grandes relatos en la Casa de la Mujer de Zaragoza, EGO, Unknow Artes y Ladies First ambas en València, en alguna individual como Days go by al Armadillo Ilustrado en Zaragoza, en Guess the song que comisarió para el circuito de Russafart o, más actualmente, en Prohibido fijar carteles. REA en el Centro de Carme de Cultura Contemporánea, o en la expo virtual del MuVIM, Mascarare, arte preventivo en tiempo de pandemia.
Se mueve entre la ilustración digital y la tradicional, con acuarelas o óleos, sus ilustraciones utilizan personajes, en su mayoría femeninos, para crear imaginarios imposibles donde reivindicar derechos básicos y proponer un contexto (a veces sensual y erótico, otras veces lleno de angustia, ansiedad y rabia feminista) a partir del cual el espectador construye su propia historia. Sus mujeres pueden estar furiosas, tristes, desconsoladas o eufóricas, vestidas o desnudas, pero nunca débiles o estereotipadas, y siempre en pleno poder de sensualidad y sexualidad.
Entrada actualizada el el 03 dic de 2021
¿Te gustaría añadir o modificar algo de este perfil?
