Después de una introspección personal llegué a un lenguaje que se correspondía con mi visión del mundo, o mejor dicho, mi evasión del mundo. Hay siempre una tensión entre estar en la sociedad y estar fuera, un on-off, pero siempre buscando una posibilidad de comunión entre las dos esferas. Hablo de misticismo, de interiorización y de expresión mediante la forma, la línea y el color. Me siento como un canal de la energía que se mueve a mí alrededor, de la vida, de los miedos y las frustraciones sociales, de los estados de ánimo universales y últimamente me he sorprendido retratándolos. Siempre he tratado el color como mensaje, cada color tiene una fuerza y una vibración distinta que transmite o nos transporta a un estado. Un estado fluctuante y estático a la vez. Es la línea la que nos invita a seguirla con la mirada en su propio movimiento.