Situar sin citar: una tarea casi imposible en relación con Ismael Vargas, un caso excepcional ya que el artista y sus referencias se han convertido, ellos mismos y desde hace tiempo, en un símbolo reconocible, una figura distinguida y respetada de las artes plásticas con una visión y una práctica artística que tienen la virtud de haberse consolidado como estilo.
Devoto practicante de una estética donde acumulación, reiteración, proliferación y repetición conducen a una re significación barroca de imágenes y objetos cotidianos, familiares y comunes (en el doble sentido de ordinarios y pertenecientes a todos) sus obras nos conducen necesariamente a una reflexión sobre la identidad, y más precisamente, sobre el ser de lo mexicano, cualquier cosa que sea esto, ese lugar común en el que propios y extraños nos reconocemos y desconocemos, ese sitio en el que se conjugan la continuidad de la tradición y la invitación para mirar de...manera renovada, con admiración o extrañeza, sus bases profundas.
En las piezas que se presentan en esta exposición (ensamblajes, esculturas, arte objeto) se mezclan temas tradicionales y procedimientos contemporáneos que se resuelven en una serie que regresa al punto de partida, se muerde la cola y recomienza un ciclo cuya temporalidad sólo puede ser definida por la mirada del espectador.
En combinaciones obsesivas y por momentos delirantes, las piezas de Ismael Vargas abrevan, como siempre, del arte popular, se apropian de objetos cotidianos y los trasmutan en nuevas imágenes, primero reconocibles, luego, extrañas. ¿Pero cómo puede apropiarse alguien de lo que le pertenece?
Se trata de la misma voz que conocemos pero, dentro del coro de su imaginería desbordada, se advierten como ecos algunas voces y cambios que sirven para crear nuevas armonías que se integran como variaciones tonales dentro de su propia obra.
Como piezas que se muestran en el espacio, su contemplación nos traslada a otros ámbitos, ajenos y a la vez familiares, en una dirección no por prevista menos aventurada: la reactualización del paraíso perdido, una nostalgia de lo hallado.
En ese juego sutil de otras voces y otros ámbitos que nos presenta Ismael Vargas en esta exposición, sus piezas están impregnada de poesía, aluden a la creación artística como un reflejo de sí mismo donde la materia se trasmuta de lo conocido a lo imprevisto con la sola la intención de darnos, libre y llanamente, el placer estético de su contemplación.
Entrada actualizada el el 29 oct de 2018
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