Las patologías del presente se han visto indudablemente acrecentadas por esta situación de pandemia global. La individualidad exacerbada nos ha llevado a una pérdida constante del sentimiento de comunidad donde el papel de la mujer se erigía como su sostén. No sólo en ese rol impuesto social y culturalmente como son los cuidados y los afectos, visiblemente aceptados, sino en todos aquellos que a lo largo de los relatos hegemónicos y heteropatriarcales hemos ido adquiriendo a lo largo del tiempo y han sido reiteradamente invisibilizados.
Esta situación global de crisis sanitaria donde toda ritualidad social cotidiana se ha visto detenida, nos ha vislumbrado la permeabilidad y vulnerabilidad de nuestra propia corporeidad, imponiéndonos nuevas gestualidades con las que seguir manteniendo desde la desconfianza y el miedo hacia el otro / otra, un nuevo corpus relacional.
Esta sustitución de los rituales sustentados antaño en un orden simbólico, se han convertido en...meras gestualidades disciplinarias dentro de un nuevo contexto biopolítico.
Vivenciamos así este nuevo corpus relacional en femenino, a través de cuerpos unitarios y disciplinados, con los que somos interpelados a establecer procesos reflexivos en torno a estas nuevas gestualidades normativizadas, recreando ese espacio público utópicamente recuperado, que no deja de ser nuestra nueva forma de “estar en el mundo"
Según el filósofo Byung- Chul Han "Los rituales transforman el "estar en el mundo", hacen del mundo un lugar fiable. Son en el tiempo lo que una vivienda es en el espacio. Hacen habitable el tiempo" ¿Cómo si no podemos volver a sentir este mundo como un espacio fiable si no es ritualizando nuestros gestos?
Raquel Zenker
Entrada actualizada el el 10 jun de 2021
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