por Alejandro Cámara
¿Qué nos diría un fantasma si pudiera hablar? Mejor dicho, ¿qué mensajes recibiríamos si pudiéramos escucharle? ¿Puede una serie de acciones en el presente sanar algunas heridas del pasado? ¿Puede el pasado, al revelarse, incidir en el futuro y rehabitar el presente? ¿Cómo acuerpar y dar sentido a las historias fragmentarias o sistemáticamente borradas de aquellas mujeres que nos precedieron?
Imagino que este tipo de interrogantes son las que han acompañado a Bárbara Lázara (Ciudad de México, 1976) desde 2006 y que se han materializado en diversas acciones desde 2016. Específicamente, esta exposición es el primer despliegue de la intensa investigación que Lázara ha realizado en torno a su bisabuela, la escritora, gestora, periodista y poeta autodidacta Olivia Zúñiga (1910-1990), hija del general revolucionario Eugenio Zúñiga, de quien tomó su nombre el actual municipio de Tlajomulco.
Olivia Zúñiga, dueña de una escritura radicalmente autobiográfica y de una belleza desvergonzada, produjo...incomodidad entre sus contemporáneos, cuando no franca incomprensión. En palabras de Bárbara, Olivia “fue una escritora excepcional que desafió el status quo de la moral jalisciense, que logró publicar, y publicar exquisitamente, en una época donde todo lo que era ella era inapropiado”. La que hoy podría considerarse como una obra visionaria de denuncia, autoficcional, interdisciplinaria y ejemplar de la agencia femenina, permanece casi en el olvido.
Ante la cancelación de la memoria personal e histórica de su bisabuela, Bárbara Lázara emprendió una serie de investigaciones en las que hace visible la magnitud y trascendencia de Olivia. A través de material de archivo, la artista especula, entre otras cosas, sobre las estrategias de Zúñiga para influir en la vida cultural de su tiempo, moviendo estratégicamente sus relaciones tanto profesionales como sentimentales con diversos actores políticos y artísticos. Todo ello, en un entorno de misoginia sistemática en el México de mediados del siglo XX, pero en el que el nombre de Olivia Zúñiga continúa apareciendo a la par de otros agentes importantes, desde Mathias Goeritz hasta el presidente Lázaro Cárdenas.
Presentada por su bisnieta, Bárbara Lázara, esta puesta en escena se desarrolla en dos partes: la primera se centra en la investigación histórica y de archivo que propone una relectura del legado de Olivia Zúñiga; la segunda involucra una videoinstalación que se vincula con prácticas de alteridad espiritual, como una invocación que media entre mundos y fusiona a ambas artistas en un mismo tiempo, mediante un personaje dramático que porta una pistola, dispara a capelos, pero también sangra y reaparece en los desarrollos inmobiliarios que existen actualmente en la tierra natal del General Zúñiga.
Dichas prácticas constituyen una resistencia a la constante desarticulación institucional de la memoria. Los puentes tendidos entre la literatura de Olivia Zúñiga y la producción artística de Bárbara Lázara declaran la importancia de autonarrarnos en la esfera pública. Al hacer pasar la investigación por el cuerpo y abordar la propia biografía como material de trabajo, ambas artistas operan una autoetnografía que recupera la historia personal como forma de expresión rebelde. En este pueblo de murmullos, las voces continúan escuchándose. Olivia Zúñiga se hace presente. Por un momento, escuchemos.
Entrada actualizada el el 18 ago de 2023
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