La exposición 'Paisajes de mi tiempo', de la polifacética y talentosa pintora María Matté nos lleva a escenarios que están más allá de lo que usualmente solemos ver en las galerías de arte.

En esta monográfica ha traído hasta nosotros algo que solo la excelsa sensibilidad de un artista puede transmitir: La denuncia de un hecho social, que por cotidiano, olvidamos sin medir la magnitud del daño que está causando a nuestra población, sobre todo a los más jóvenes.

Los fallecimientos en los accidentes de tráfico se han convertido en la tercera causa de muerte en nuestro país, sin que nadie levante la voz para denunciarlo. Nada más el año 2010, murieron en nuestras carreteras 1730 personas, en lo que significa la peor ... tasa de mortalidad por tal causa en los países de nuestro entorno.

Y si tomamos en cuenta la cantidad de lesionados y heridos, algunos de ellos graves, que quedan al margen del mercado laboral, convirtiéndose en una carga para sus familias y para el estado, con paraplejias o tetraplejias irreversibles, 117.900 personas en los últimos cuatro años, podemos entender el valor de María al utilizar el pincel y el lienzo, para sutilmente advertirnos de una verdad que día a día nos golpea la cara pero que no nos atrevemos a enfrentar.

En los lienzos, enmarcados por ella misma con trozos de madera, lo importante, más allá de la técnica y el trazo, es la inevitable remisión al dolor que está detrás de cada coche roto, pues la mayoría de los casos envuelve una tragedia anónima y oculta.

Pero por encima de ello, esta talentosa pintora ha sabido mezclar ese drama con señales vivenciales que están presentes en ese paisaje, que nos trasladan a hechos o elementos de la vida cotidiana, como un lápiz labial, un toro de Osborne, o una farola.

Todo en esta colección de 20 cuadros, que deben ser observados con mucho detenimiento, precisando los detalles, esos que poco a poco, tras muchas horas de observación en los desguaces, fueron dejando a la artista formar el concepto que le permitiera trasladarnos a esa dura realidad, sin herirnos.

Es una colección que deberíamos tener todos presente cada vez que nos colocamos al volante de un coche, o cuando nuestros hijos se despiden para salir a una noche de juerga, o cuando emprendemos un viaje, con el propósito de que no podemos seguir aumentando esas estadísticas macabras de los accidentes de tráfico.

La pintora remata la serie con un autorretrato, que es un resumen transfigurado de una bella personalidad, capaz de hacernos subir a la noria de las emociones más sublimes.