Mayoral presenta una exposición dedicada a Pablo Picasso (Málaga, 1881 – Mougins, 1973) que pone de relieve cómo el campo de experimentación óptimo del artista era la figura humana. Una selección de siete obras, del período que va desde 1902 hasta 1970, permite observar la habilidad de Picasso en la representación de la naturaleza humana a través de su tratamiento revolucionario de la figura, en todo el su esplendor y con todos sus defectos. La muestra, que forma parte de las conmemoraciones del 50º aniversario de la muerte del artista, cuenta con la colaboración de la comisaria Victoria Combalía.
La exposición reúne pinturas y dibujos que son personajes, cuerpos y caras del paisaje que más interesaba al artista: el paisaje humano. Victoria Combalía afirma que «él buscaba modelos, y durante su vida se enamoró, plásticamente y emocionalmente, de rostros. Sus mujeres siempre fueron rostros muy interesantes para su pintura. Además, obviamente...hay otras muchas figuras que le interesaban: hombres, viejas o viejos, niños...», cosa que podemos observar en una de las obras más destacadas de la exposición: Groupe de personnages (Grupo de personajes) (1960). En esta pieza hecho con lápiz de carbón sobre lienzo, que se expone por primera vez en la ciudad, se pueden ver niños con los ramos de Pascua, más figuras en los extremos y un caballo, también con ramos. Es una obra original, hecha por encargo del arquitecto Xavier Busquets para la fachada principal de la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña (COAC) en Barcelona: el Fris dels Gegants (Friso de los Gigantes). Picasso también fue autor de los frisos laterales de la fachada y del interior del edificio, inspirándose en la cultura mediterránea y en elementos propios de la cultura popular catalana, como son las sardanas o «els Tres Tombs». A partir de los dibujos de Picasso, el artista noruego Carl Nesjar procedió al grabado esgrafiado sobre hormigón. El mismo Busquets, director de la obra, comentaba que se puede observar la búsqueda de Picasso por una simplicidad esencial, de acuerdo con la voluntad del artista de redescubrir las raíces primitivas y sintéticas que le ocupó toda su vida: «Al enseñarme los dibujos, Picasso aludió a la voluntad de síntesis y al esfuerzo de simplicidad que suponían. Esto —concluyó literalmente— no habría sido capaz de hacerlo antes». [1]
De entre la selección de obras, destacamos también el óleo sobre lienzo de 1965 Photographe et singe (Fotógrafo y mono), hecho a base de manchas de tonos pastel en que, como observa Combalía, el fotógrafo —que está tumbado sobre una alfombra con las piernas cruzadas hacia arriba— es casi abstracto. Finalmente, mencionamos dos piezas con una vertiente erótica: Nu, chèvre et oriental (Desnudo, cabra y oriental) (1967), un dibujo de líneas rítmicas vinculado a la representación de la figura de la odalisca. Por otro lado, en Trieu i remeneu (Escoged y buscad) (c. 1902), la obra más temprana de la exposición, Picasso representa dos prostitutas estudiadas por un posible cliente con el estilo propio de los dibujos de la época en la que se formó en Els Quatre Gats de Barcelona, a principios del siglo XX.
Tal y como hizo ver la escritora y coleccionista de arte Gertrude Stein en el retrato que escribió sobre el artista: «siempre entendió que lo único que le interesa es la gente. […] La cabeza, el rostro, el cuerpo humano es lo único que le importa a Picasso». [2]
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[1] Busquets i Sindreu, Xavier. Els esgrafiats de Picasso en el Col·legi d’Arquitectes de Barcelona. Barcelona: Reial Acadèmia de Belles Arts de Sant Jordi, 1987, p. 14..
[2] Stein, Gertrude. Picasso. Madrid: Casimiro libros, 1987 [1a edición, 1938]
Entrada actualizada el el 22 feb de 2023
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