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Anglada-Camarasa. París, luz en el detalle reúne doce obras de pequeño formato de la colección permanente de la Fundación "la Caixa". Todas ellas son obras que transportan al espectador a los ambientes parisinos de principios del siglo XX, aparentemente oscuros, que a través de a luz permiten descubrir dentro de la oscuridad un mundo lleno de formas y volúmenes de espacios urbanos y figuras femeninas frágiles y sensuales. Luz y color que, observados de cerca, aparecen entremezclados en pinceladas gruesas que se van definiendo cuando el espectador busca el punto adecuado de su contemplación. En palabras de la comisaria, Empar Rosselló: "Debemos contemplar las obras desde la distancia. La distancia temporal que nos permitirá apreciar la provocación y la modernidad de sus inicios, y ... también la distancia física delante de todos y cada uno de los cuadros, los cuales nos convocan a un itinerario personal de descubrimiento y sensación".

Todas las obras pertenecen a la llamada Primera época de París (1894-1904) de Anglada-Camarasa. Los primeros cinco años en París fueron muy difíciles para el artista. En medio de grandes privaciones, el pintor asistió a las clases de la Académie Julian, donde se formaron los pintores del grupo Nabí. Con el cambio de siglo inició una carrera fulgurante con la que obtuvo reconocimiento internacional. Su aportación principal fueron las visiones del mundo frívolo y perverso de París, que introdujeron un elemento nuevo en el postimpresionismo y el modernismo. Sus composiciones se recrearon en el arabesco suntuosamente curvilíneo. Pero nunca abandonó del todo los temas de fuerte raíz realista, que interpretó con una expresividad y un vigor plásticos, casi matéricos.

Hermen Anglada-Camarasa ocupa un lugar singular en el arte de su tiempo. Se formó en Barcelona, y a finales del siglo XIX dio el salto a París, donde vivió unos años de precariedad y grandes privaciones. En el cambio de siglo consiguió un fabuloso éxito internacional, como no había obtenido ningún otro pintor español desde Marià Fortuny. Su influencia fue especialmente notable en Italia y entre los artistas rusos. Anglada-Camarasa fue uno de los primeros artistas de nuestro país que logró ser reconocido y cotizado en los Estados Unidos, y uno de los pocos que creó escuela en Latinoamérica, donde es un nombre de referencia.

La personalidad de Anglada-Camarasa se asocia a dos paisajes característicos: el París nocturno de la Belle Époque, que supo captar con un arte misterioso y sutil, y los paisajes de Mallorca, lugar en el que se refugió, huyendo de la Primera Guerra Mundial, y que se convirtió en su tierra de promisión. Los últimos años de su vida, Anglada-Camarasa vivió alejado del mundo artístico, a causa de la Guerra Civil, que le llevó al exilio, y del distanciamiento progresivo de las tendencias más avanzadas del arte contemporáneo.