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MOLDEADOR DE PENSAMIENTOS

Leo DeFreitas

La desconocida se volvió hacia mí y exclamó: ?Éste sí que es un Tarot del siglo XXI?. Lo afirmó con total convicción y no le interesaba realmente ninguna respuesta que yo le hubiese podido ... dar. No buscaba saber si yo era un experto en el Tarot, un conocido del artista, un crítico de arte o simplemente un visitante ocasional de la exposición, lo que tampoco hubiese importado mucho; sólo sentía el poder de las imágenes que tenía frente a ella y debía decirlo en voz alta.

Estábamos de pie en una sala dedicada a las fotografías en gran formato y a todo color de Dave McKean, Particle Tarot: The Major Arcana [Tarot de Partículas: Los Arcanos Mayores]. Éstas dominaban las paredes que nos rodeaban. El espacio era bastante limitado y el comisario de la exposición se había visto obligado a colgar las imágenes de dos en dos, creando un  impacto impresionante.

La obra de McKean es ya de por sí impresionante, como lo es también su amplia relación con las artes visuales. Quizás sea más conocido por sus innovadoras y artísticas ilustraciones para novelas gráficas, pero su talento creativo se extiende también a la escultura, el vídeo, el cine, la ilustración de libros, los proyectos editoriales personales y, por supuesto, la fotografía.

Lo primero en lo que se concentra McKean es en la imagen y después en la técnica fotográfica, aunque una cantidad importante de las imágenes de esta exposición ha sido tratada muy hábilmente en el cuarto oscuro o en el ordenador. Recientemente, en una charla que daba y a una pregunta que se le formuló sobre su equipo fotográfico, respondió: ?No sé muy bien qué cámara utilizo. Mientras la cámara capte lo que quiero captar, no me importa la marca o el modelo?. No fue un intento de soslayar la pregunta sino de enfatizar que su obra se centra en el concepto y la imagen, y no en los dispositivos fotográficos. Si perteneces a un club de fans de las cámaras de fotografía, entonces probablemente su obra fotográfica no esté hecha para ti.

Sin embargo, son muchos los espectadores de su obra que se quedan intrigados y se preguntan, ¿cómo hizo eso? La contestación va más allá de una fácil comprensión, excepto para los elegidos o los sabihondos. Aunque tampoco quiere despistar a los admiradores y seguidores de su obra. Es que, en realidad, no está interesado en demostrar sus habilidades técnicas, o más bien su virtuosismo técnico, con el medio que utiliza. Se concentra especialmente en el contenido y en el significado de la imagen, y este significado debe experimentarse y buscarse en lo más profundo de nuestros sueños, esperanzas y aspiraciones.

En el fondo de su yo más personal, y pienso que esto es lo más interesante, se preocupa por lo escurridiza que es la Vida e intenta crear en sus fotografías metáforas visuales con las que explorar esas emociones e ideas que nos cautivan. El que esas emociones e ideas intenten esquivarnos o se nos escapen nunca le desanima, después de todo forman parte del esfuerzo creativo. ¿Hay algo que pueda valer más para un artista?

Por supuesto que podrás observar una cierta melancolía en algunas de las imágenes, pero no es la melancolía del psicótico sino la del romántico. Si existiese una cualidad problemática en algunas de esas imágenes, sería aquella que se reconoce por lo que es, saber de qué parte del cerebro o del corazón proviene y ser capaces de relacionarla con la experiencia personal.

La palabra surrealismo está abocada a que la utilicen muchos espectadores para resolver y razonar sobre la extrañeza de algunas de esas imágenes. Bueno, desde luego que las experiencias del mundo de los sueños rondan por el modus operandi de McKean, y quizás haya rememorado visiones del cielo y del  infierno para trabajar con ellas.

Pero también existe una cualidad lírica en muchas de las fotografías. El mismo McKean ha sugerido que cuando era más joven el azar fue el que decidió entre convertirse en músico (de hecho compone y arregla sus propias composiciones para teclado y percusión) o un artista visual. Si una cara del destino lo dirigió hacia lo pictórico, no cabe duda de que la música le sigue muy de cerca, ya que insiste en aparecer frecuentemente en todas sus creaciones artísticas. Observa con atención y verás que los sonidos tienen un claro efecto en los sentidos: unas veces son suavemente melódicos, en otras ocasiones funcionan como contrapunto, y otras son agresivos y desafiantes.

¿Pero de dónde extrae sus ideas? Pregunta vana, a no ser que uno sea un romántico y un creador y un músico.

Sentí que aquella mujer extasiada con las imágenes del Tarot de McKean estaba conmovida por otro aspecto de su imaginación, la continuidad perceptiva entre el pasado y el presente. De manera ocasional hay algo medieval y gótico en la visión de McKean, pero después también te sorprende con la modernidad de su visión. Su curiosidad intelectual se preocupa por la oscuridad y la luz, ese misterio quintaesencial al que la humanidad ha tenido que enfrentarse y tener en cuenta desde tiempos inmemoriales. Si el artista no es sino otra especie de sacerdote o chamán explorando y divinizando nuestros mundos en todo su exotismo, en las fotografías de Dave McKean, tal como la visitante de la galería insinuaba, encontramos una visión excepcional.

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Estas fotografías nacieron al visitar una serie de fiestas folk en el condado de Inglaterra donde resido, Kent.

Más allá de los bailarines Morris  y de los bailarines de clog  dance ingleses, reparé en el extraño y variopinto enjambre de clanes y grupos, con el rostro pintado de negro y con zanfonas y palos de sauce, que invaden los bares y plazas públicas de las aldeas anfitrionas.

Comencé a fotografiar a estas criaturas, y pronto empecé a imaginar otras, personas menos comunes, con máscaras y marcas que representan el clima o el estado de ánimo, el paisaje o la locura de las tribus humanas.

Dave McKean