La obra de Pilar Perdices (Maó, 1931) arranca del paisaje, de atmósferas que con un lenguaje espacial, gestual y sígnico le sirven para proyectar estados interiores íntimos, evocadores de todas aquellas sensaciones percibidas ante la naturaleza. Pintura que se compone de realidades y de intuiciones, forma y expresión, razón y pasión y de un equilibro entre materia y espíritu. Hace uso del del grattage y del dripping, recursos técnicos propios del informalismo y del expresionismo abstracto, así como también de veladuras superpuestas. Bajo una paleta de colores mediterraneos borra los límites entre la figuración y la abstracción, entre la realidad y la fantasía para dialogar en un espacio fronteizo donde las dicotomías conviven en armonía. La obra de Pilar Perdices forma parte de fondos de arte de prestigio, como el del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona MACBA y la Fundación Joan Vilacasas. En 1979 recibió el Premi Sant Jordi a las Artes.