El Pop: figura y paisaje

El apego por el comic es una constante dentro de la obra de Eduardo Molina. Aquí mantiene un sentido de continuidad. De allí, que el camino para erigir este universo místico se encuentre profundamente vinculado a la noción del pop, al dibujo de la acción dinámica y la caracterización del personaje propio de las historietas gráficas: el vidente, el guardián, el niño celeste, la virgen, el dragón, el ángel, el bebé selva, Ganesha, el océano, el Ávila, el núcleo, el espíritu con perro, cada uno de estos personajes ejecuta un rol activo en el marco de la reflexión sobre la vida, sobre el derecho a la vida, sobre el acto de venir al mundo para estar en el mundo, ellos son los personajes que activan una narrativa visual particular dentro del conjunto de obras que ... integran la serie pop místico.

Así, la figura se convierte en un elemento esencial tanto del discurso como de la indagación plástica, se origina una piel de lo pictórico, un cuerpo visual del cuerpo que se representa en su tránsito hacia un estar en el mundo. Vida y arte en la convergencia de la creación. La expresión de esta naturaleza humana también es envuelta por la otra naturaleza, el paisaje, su complemento que la contiene, la integra y la envuelve. La fragmentación, lo múltiple en la diversidad de la naturaleza, aborda el espacio pictórico como un todo, esta resulta otra constante del trabajo de Molina en esta serie.

Arraigo cósmico: estar en el mundo

 Mediante Pop Místico el creador Eduardo Molina busca recuperar la visión de: ser vida en vínculo permanente con la naturaleza. Por tanto, el derecho a la vida queda expresado como ese proceso de crecimiento de un cuerpo dentro de otro cuerpo, un cuerpo dentro de otro cuerpo que lo origina y lo cubre, implicados e interconectados. Entonces, la pintura se convierte en un acto reflexivo, un proceso creativo complejo y personal, donde el retrato simbólico configura una perspectiva existencial de lo humano, de su arraigo cósmico: un ser arrojado en el mundo, físico y espiritual, e integrándolo simultáneamente. La mirada se torna introspección y se vuelve un vehículo de la trascendencia, una vía para activar las preguntas fundamentales de toda filosofía y de toda existencia sensible: ¿qué es la naturaleza, qué es el alma, qué es dios y qué significa ser hombre en el mundo, al mismo tiempo estas interrogantes nos colocan en la inquietud sobre la posibilidad de concebir una vida integradora?

Por A & Z (Alberto Asprino y Gerardo Zavarce)