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Se anda, se abren brechas, caminamos solos, en pareja o grupos, nos encontramos en la procesión de la vida y así hacemos historia.

Nour Kuri nos muestra su andar por el mundo, su mundo, sus manos recrean instantes, momentos entrañables que la marcan, la despiertan, la han herido o la hacen feliz. Creadora de momentos suspendidos en el tiempo, eternizados en el bronce que a su vez se funde con la historia que encierra cada pieza, que, con el paso de los días... Crea sus propias líneas... una nueva historia.

Kuri nos comparte su andar completo, desnuda su alma, abre su corazón, nos da su espíritu fundido o cincelado en estas obras que dialogan entre si pero que, juntas o separadas hablan con aquel que ... las atrapa, las entiende, se conecta haciéndose por instantes uno con la pieza, ese poder tiene la obra de Nour Kuri, en silencio y de forma imperceptible su arte se vuelve parte de nuestra vida o se convierte en una pieza que encaja perfectamente en un instante inolvidable. Ese momento en el que se junta el arte y la vida en una procesión eterna, esa donde hoy nos encontramos y que nos hizo coincidir para compartir el andar que nos hace ser, hacer, crecer... Caminar hasta que nuestros pasos se fundan con el tiempo... en la eternidad, en la historia compartida quedando patente en el bronce, mármol, ónix o madera.

Dejemos pues que sus piezas nos toquen y transformen en un segundo. Dejemos que nos hablen al oído con el color y la textura... Sintamos como la obra de Kuri nos llena o nos vacía con una mujer que se desvanece o una pareja que se hace uno entre ellos y se une discretamente a nosotros.

Sigamos en esta procesión que hoy nos trajo aquí.