Gabriela Boer juega con la aparente secuencialidad de los sucesos recuperando la verdadera densidad de un ritmo vital perturbado, de un espacio reencontrado. (...) La elección de un lenguaje abstracto, fuertemente geométrico, que a pesar de su rigurosidad formal no renuncia a una retórica personal sitúa a las obras en un linde profundo en el que todo se transfigura. No hay ya elementos reconocibles sino preguntas, espejos que nos devuelven la mirada, que potencian nuestros ojos imbricando narraciones distantes en las que podemos adivinarnos, repensarnos, y así componer otra realidad posible. Prolongar ecos es demorarse al respirar un instante más de la cuenta sin que haya ahogo sino pura expectación. Es hacerse amigo de lo lento y durar con sentido. Extracto del texto de Anabella Monteleone