Nieves Torralba (Valencia, 1964) se formó en la facultad de Bellas Artes de San Carlos de Valencia en la especialidad de dibujo. Tras realizar su tesis doctoral sobre Holografía creativa española e incursionar artísticamente en esa tecnología óptica, acabó volviendo a sus orígenes radicalmente (de raíz) gráficos. Dejó el láser y los espejos colimadores para recuperar la blancura fascinante del papel y la precisión oscura del grafito.

El dibujo es negro sobre blanco. En su versión más sencilla es una línea que discurre sobre una superficie monocroma. En este caso a la autora no le interesa la imitación, ni el parecido, es absolutamente refractaria a cualquier tipo de efectismo re-presentativo. Por el contrario, siempre le ha interesado la dialéctica -en tanto que radicalización ejemplarizante del diálogo que, llevada al terreno gráfico, se reduce a la oposición máxima entre la luz (del ... blanco del papel) y la sombra (el negro del grafito).

Los dibujos de Nieves Torralba nos muestran su microcosmos, su universo más personal, poblado de elementos imaginarios de claras y profundas referencias vegetales. Admiradora de la caligrafía, su vocabulario visual ya muy consolidado se basa en la fuerza de la línea expresiva que traza -con la precisión de un sismógrafo- la energía que fluye, como la savia, desde el interior.

Los diferentes elementos formales de los dibujos de N. Torralba se configuran a base de líneas de grafito que, unas sobre otras, insistentemente, producen los negros (platas) más negros hasta llegar a los grises más luminosos. Hay cientos y cientos de líneas en cada dibujo. De un modo análogo, la artista se plantea los dibujos como un hacer lento, pausado, donde el tiempo de ejecución anima su construcción, llegando a vislumbrarse sutilmente en los mismos.

Los dibujos provienen de un mundo imaginario que 've'. Las flores y tallos que aparecen, no existen, están más cerca de algo básicamente mental, de algo industrial, metálico, que de la organicidad de la naturaleza.. Es cierto que el estudio de referentes naturales no le es ajeno. Observa, estructura, sintetiza y transforma formas vegetales reales unas veces, otras surgen de su imaginación.

Siendo claro que el artista, por definición, siempre es de su tiempo y no debe vivir de espaldas a la realidad y los medios que le rodean, no es menos cierto que el artista no puede dejar de obedecer a ese impulso individual y propio que le hace ser el que es y hacer lo que hace. Nieves Torralba está profundamente comprometida con el dibujo -como hacedora, como estudiosa, como profesora de esta milenaria disciplina- pero también sabe aprovechar algunas de las impresionantes propiedades de los nuevos medios en esta época, como bien vaticinó hace décadas el visionario Walter Benjamin, marcada por su reproductibilidad técnica.

En todas las exposiciones de N. Torralba existe una implicación concreta con el lugar, que hace que esta propuesta entronque con lo que ha venido en denominarse una intervención site specific. Citar Arder en mar de hielo, Centro Párraga, Murcia, 2009, Árbol de la Vida, Peregrinatio. Arte en las ermitas de Sagunto 2009, o Echar Raíces, Museo Universitario del Chopo, UNAM, México DF, 2010-11.

Nieves Torralba no solo ha expandido el campo habitual del dibujo, circunscrito al soporte papel y a la bidimensionalidad como limitaciones secularmente tan impuestas como asumidas, sino que ha incursionado de un modo decidido en la complicidad de sus obras con el lugar de exposición, alentando consecuentemente la participación activa del espectador (viandante y un poco explorador) que ha de elaborar sus propios recorridos mientras se desplaza por las diferentes partes los espacios intervenidos por la autora.

Tramas y redes visuales compositivas, arquitectónicas, vivenciales, emocionales. Raíces que nos atan en innumerables sentidos a lugares, a situaciones y a personas.