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Caracterizada por su geometría estructural y su exuberante gesto expresionista, la obra de Ramón Canet está profundamente arraigada a la tradición abstracta de la escuela de Nueva York o el informalismo parisino, evocando tanto a las elegías de Motherwell como a las obras de Soulages, Fautrier o Michaud. Con una reducida gama cromática, Canet traza sencillas composiciones donde la fuerza y la personalidad del gesto evoca una unidad conceptual y una espiritualidad profunda.

El Nobel Carlos Fuentes, en su introducción al catálogo de la exposición del CAM, afirma que 'la belleza de las pinturas de Canet es que se mueven. Son ... tiempos. Y son inmortales en la medida en que se mueven en el tiempo sin pretensión de inmortalidad. (…) Nos dan respiración. Nos dan libertad. Nos dan destino. Nos dan mirada'.