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En sus ilustraciones y sketchbooks, Mercedes Quevedo confiere el protagonismo principal a la mano y la línea. Según sus propias palabras, la línea tiene la fuerza de la escritura. Si las palabras sirven para conceptualizar, la línea y el trazo, lo hacen también.

Mercedes Quevedo no podría dibujar de otra manera. Ella misma es una persona que rebosa de emociones vivas y ritmos latentes. Es, de alguna manera, una presencia mística pero, a la vez, asombrosamente sensible y frágil. Dotada de naturaleza con un carisma que le permite "penetrar" con su mirada a los demás, prefiere emplear sus dibujos para expresar sus lazos con la realidad sensorial. Por eso, cuando se pone a dibujar a la mujer delante en el metro o en la terraza del bar, sé que está, de ... nuevo, con una de sus "radiografías". ¿Será por las curvas y el sombrero de la voluptuosa señora de al lado? No, no se trata de nada tangible; se trata de algo que ella siente.

En las ilustraciones más recientes de Quevedo el juego entre líneas y manchas de color vivaz da lugar a un expresionismo gestual que transmite más que nunca el estado de ánimo del momento. A partir de la voluptuosidad de la línea y la intensidad del color surgen rostros con ojos y labios reales que hablan sobre personalidades y espíritus reales, alcanzables. El concepto da lugar a la forma y la intuición.

Seducida por la fuerza de la mano que ilustra, Mercedes Quevedo abstrae y capta la esencia de lo que la rodea, traza su línea en la manera instintiva de los Fauvistas y del Toulouse-Lautrec. De un modo similar, sus figuras salen del contexto aséptico de los íconos ilustrados de hoy. La línea cobra una sensualidad inesperada y sus mujeres respiran una femeneidad inesperada. Parecen ser pequeñas Bardot, o, alternativamente, bellezas resplandecientes, barrocas y glamorosas, todas sacadas de un film noir.

El resto es todo moda -sí, la moda, más barroca y material que nunca, abandera el afán de Mercedes Quevedo por el "no-concepto". Para recrear muchas de sus escenas, la ilustradora se inspira de las páginas de las revistas. De allí parte para plasmar sobre papel sus reflexiones de carácter retratista o costumbrista sobre la realidad y las identidades que le conforman. Sin embargo, sean sketchbooks o ilustraciones, sus trabajos testimonios de la super-woman con la que sueña. Sí, ¡la super-woman existe!, está ahí presente como símbolo de un estado de desbloqueo creativo y de reinvención constante.