La noche es un territorio escurridizo que se resiste a una definición fácil. Viene de viejo, y va más allá del apocalipsis. Surge de nuestros pensamientos más íntimos, y deja tras de sí nuestros yoes públicos diurnos.
La noche no solo gira en torno a la pista de baile, la marcha, la juventud, el deseo, los espacios seguros o inseguros; sus profundidades la habitan animales, flores nocturnas, madres, trabajadoras, sonámbulos, solitarios bailarines y perfectos extraños que prefieren vivir sin testigos.
Estrictamente hablando, no es bien ni un espacio claro, ni un tiempo definido, ni estado determinado: la noche ahonda en lo fugitivo y lo experiencial, y se desvanece cuando la intentamos confinar bajo un signo inamovible.
El título de la muestra, Reflector de Miríadas, es el nombre del primer modelo de bola de discoteca, inventado por el emprendedor estadounidense Louis Bernard Woeste, allá por 1917.
Esta propuesta funciona exactamente como el objeto al que...alude: como el reflejo de una miríada de elementos brillantes que no aspiran a convocar la noche en general ni una noche en particular, sino, una vez más, busca resistir las representaciones o significaciones dadas y abordar en su lugar la multiplicidad salvaje que acecha en esta oscuridad.
Reflector de Miríadas es un ejercicio expositivo en torno a las productividades de la noche en un espacio concebido colectivamente por Pol Esteve, Anthea Hamilton, Alex Baczynski-Jenkins y Matt Copson en diálogo con las comisarias Julia Morandeira y Julie Boukobza.
Entrada actualizada el el 28 abr de 2022
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