Iván Pérez. Tineo, Asturias (1973) presenta en Lamosa una instalación producida expresamente para la iglesia del convento de las Angélicas que ocupa el espacio del retablo central del templo. La obra está compuesta de cientos de formas cerámicas abstractas ancladas a la pared. Piezas de barro crudo que sugieren una suerte de escritura desconocida donde cada carácter es distinto de los demás, un alfabeto interminable que oculta diferentes niveles semánticos.
Lo escatológico en el sentido Homérico, en el límite más allá del cual no hay nada, las cosas últimas, los extremos de un de un mundo finito. Eso es en definitiva un churro, un perfil geométrico extrusionado con todas sus atribuciones culturales, polisemias metonimias y metáforas. La fragilidad extrema que cuestiona el valor del objeto artístico.
La delicada línea que dibuja en el espacio cuando aún mantenemos cierto poder sobre las cosas.
Un churro puede ser lo primero o lo último, la mínima...expresión de una escritura analfabeta, un discurso ilegible sobre la condición humana que recoge las líneas que no han sido escritas.
Estamos, frente a un retablo que domina otras obras que abordan temas de importancia como: el agua, la casa, la educación, el mérito y el valor.
Coleccionar agua, en El agua maldita, un impulso antagónico a la obsesión por clasificar el mundo para tratar de entenderlo. Esa necesidad de nombrar la diferencia como una engañosa elección dentro de lo mismo. Una pequeña botella de 15 mililitros donde se han recopilado muestras de agua procedentes de 111 manantiales diferentes, aguas que han sido envasadas, etiquetadas, transportadas y comercializadas para volver a mezclarse en una, la misma que sigue fluyendo desde el origen de los tiempos.
La educación en La linea recta, una pieza que dispone horizontalmente los tableros de varios pupitres bajo la tiranía de una línea que marca el límite que nadie ha de superar y “Se prolonga al infinito en ambos sentidos” como reza el grabado en tipografía gótica.
35 céntimos de euro en una miga de pan soporta un valor perdido, una plusvalía que se ha alejado tanto de la vida que apenas puede sostener su propio artificio.
Interior europeo, una selección de tres mil imágenes fotográficas de interiores de viviendas procedentes del ignominioso catálogo inmobiliario de la banca española. Espacios en los que aún quedan restos de los que los habitaron en forma de pintura, objetos o pequeñas intervenciones. Pequeños escorzos que pasan casi desapercibidos en la arquitectura arrolladoramente repetitiva del beneficio económico.
Meritocracia en democracia, On the rocks, y algunas sorpresas.
Bogus Phantom Curator. Marzo 2020.
Entrada actualizada el el 17 jul de 2020
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