Exposición en Madrid, España

Rosana Antolí: The Worm

Rosana Antolí, The Embryon (2022), detalle. Acero inoxidable, pintura enamel, cristal, pigmentos, respiración de la artista y agua del mar Mediterráneo. 80 x 170 x 115 cm Rosana Antolí, The Embryon (2022), detalle. Acero inoxidable, pintura enamel, crista

Dónde:

The Ryder - Madrid / Miguel Servet, 13 / Madrid, España

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Cuándo:

08 sep de 2022 - 12 nov de 2022

Inauguración:

08 sep de 2022

Horario:

Martes a Viernes 11.30h a 19h. Sábados 11h a 14.30h

Precio:

Entrada gratuita

Comisariada por:

Rafael Barber Cortell

Organizada por:

The Ryder Projects

Artistas participantes:

Rosana Antolí Gisbert

Enlaces oficiales:

Web Instagram

Correo electrónico:

info@theryderprojects.com

Etiquetas:

Escultura Escultura en Madrid Instalación Instalación en Madrid Objeto Artístico Objeto Artístico en Madrid Pintura Pintura en Madrid

Descripción de la Exposición

Los tardígrados son seres microscópicos que miden aproximadamente un milímetro y son capaces de resistir a las condiciones más extremas: pueden vivir décadas sin comida ni agua gracias a un metabolismo que muta, resistir temperaturas extremas tanto de frío como de calor y sobrevivir a la radiación o la presión extrema. Estos seres de ocho patas son un ejemplo de resiliencia, se adaptan al medio para ser parte él y así volverse prácticamente indestructibles. En The Worm, Rosana Antolí mira hacia estos seres que habitan el subsuelo y los pone en relación con sus investigaciones pasadas en torno a la biología, la ficción y el feminismo. Con todas estas referencias la artista presenta un cuerpo de trabajo completamente inédito que transforma la galería en una especie de gigantesco útero, un espacio en el que la vida se hace y ocurre. A través de una serie de esculturas, pinturas y vídeo, la ... artista nos propone una forma de vida que “está con el mundo” en lugar de estar en él, que acepta su entorno y dialoga con el sin dominarlo, adaptándose a él de igual a igual, sin privilegios. La exposición toma la forma de una gran instalación en la que cada pieza es importante y existe con las demás a través de diferentes formas de conexión creadas por la artista. Por ejemplo, todas las esculturas de la exposición contienen un recipiente de cristal lleno de agua de mar y pigmento. Antes de que estas formas de cristal se cerraran para siempre la artista sopló dentro de ellas para crear con su CO2 un nuevo hábitat en cada una de ellas que se mantiene una vez cerradas. Esta especie de sistema de irrigación en el que la artista deja un recuerdo de su respiración nos sirve para iniciar un itinerario con el que navegar las esculturas que existen en The Worm, diferenciando dos espacios. Por un lado, uno más anárquico en el que encontramos una serie de esculturas que parecen estar esperando a existir y en el que llama la atención una gran forma abigarrada que contiene la mayor concentración de ese líquido primordial que luego regará el resto de las esculturas. Esta obra funciona como una fuente de energía que late y da vida a las demás. Junto a ella, el visitante encuentra una escultura combinable que se compone de tres piezas que pueden existir por separado o formar un cuerpo uniforme y unido. Dando esta agencia a los objetos, haciéndolos capaces de decidir su propia forma en colaboración con la audiencia, la artista crea una vida que todavía no ha nacido, pero que es capaz de decidir cómo será su cuerpo en colaboración con el medio que la rodea, dialogando con él como los tardígrados. Al otro lado de la galería una serie de esculturas móviles sugieren unos cuerpos que ya han nacido y que, a diferencia de las esculturas combinables, son unitarios y con límites definidos. Sin embargo, estos cuerpos/esculturas son susceptibles al cambio ya que se componen de un armazón metálico que sirve de esqueleto a una serie de formas que recuerdan lo humano y que se pueden mover para crear distintas configuraciones. Pechos, piernas, brazos se acumulan sin jerarquía componiendo sujetos que rechazan lo binario, que se desidentifican por decisión abriéndose así a una existencia cuya fuerza no radica en lo que son, sino en lo que podrían ser. Por primera vez Antolí interviene pictóricamente las esculturas, llevando su característica plasticidad basada en lo gestual a la superficie de unas esculturas que ya de por sí dibujan gestos en el espacio. De esta manera, la artista crea una forma de hacer que también es híbrida en la que escultura, pintura, dibujo y movimiento se mezclan, borrando sus límites y ampliando sus contornos. Esta nueva forma de trabajar las esculturas crea una conexión directa con las pinturas sobre lienzo que ocupan las paredes. Es precisamente en estas pinturas en las que Antolí crea el programa simbólico de este templo gestante, una narración que va de la mano de las esculturas y que recoge muchas de las referencias que la artista ha ido encontrando en la biología y la filosofía como la T. Dohrnii, la medusa inmortal que inspiró muchas de sus pasadas exposiciones, la Welwitschia, una planta que no puede morir, o los tardígrados. Todos estos seres conviven en sus lienzos junto con las lecturas que le han influido en este proceso creativo como la Teoría de la Bolsa de la Ficción de Ursula K Leguin, pero también con la propia imaginación de la artista, que deja hablar en estos lienzos incluso a sus sueños. En el recorrido de la exposición las pinturas cuentan la historia de esta nueva forma de existencia con un lenguaje propio en el que la figuración se mezcla con la propia expresión del material y el gesto. Las obras pueden ser frisos históricos que narran los hechos y las divinidades de este templo de la fertilidad, pueden ser retratos de seres inexistentes, pero también amuletos que invocan a la suerte y que desean lo mejor al que los contempla. Rosana Antolí materializa en The Worm las investigaciones y procesos de trabajo realizados en los últimos años. Su mirada hacia la biología, el feminismo y la ficción como vectores capaces de imaginar nuevas formas de existencia y cohabitación se dan cita aquí cerrando un círculo que se inicia con su exposición individual The Kick Inside, The Loop Outside en Tate exchange- Tate Modern en Londres en 2019, pasando por Una edad de Oro en CentroCentro Madrid 2020 y más recientemente con su exposición The Pond en El CGAC (Centro Gallego de arte contemporáneo) en 2022. The Worm supone por tanto una experiencia para el espectador en la que la Antolí nos invita a navegar un espacio cuajado de objetos performativos y mutables con los que podemos realcionarnos. En un tiempo de incertidumbre en el que la amenaza del fin está presente cada día, Antolí nos invita a buscar nuevas formas de estar con el mundo, cuestionando los contornos de lo humano e imaginando un futuro de cohabitación colaborativa entre especies.

Imágenes de la Exposición

Rosana Antolí, The Embryon (2022), detalle. Acero inoxidable, pintura enamel, cristal, pigmentos, respiración de la artista y agua del mar Mediterráneo. 80 x 170 x 115 cm

Entrada actualizada el el 25 ago de 2023

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