SANTUARIOS DE SILENCIO es un gesto simbólico de respeto a un patrimonio llegado hasta nuestro días que por derecho propio es parte de la historia del arte altomedieval. Son ermitas rupestres, humildes y apartados refugios en los que los ermitaños encontraron retiro y sosiego para, renunciando a los bienes de este mundo, descubrir el centro de su existencia, profesar una vida solitaria y ascética, practicando oración y penitencia con el único deseo de alcanzar la paz del alma a través de la huída religiosa, y poder así seguir, como los solitarios del desierto, "la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido" (Fray Luis de León) Alto Valle del Ebro, siglos IX y X