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PEDRO MONAGO

Pedro Monago García nace en Villanueva de la Serena (Badajoz) el 30 de agosto de 1939, hijo de padres campesinos. Desde su más su corta edad se aficiona al dibujo y a modelar en barro, trabaja de ebanista y estudia dibujo lineal en la escuela de artes y oficios de su pueblo natal. Se establece de tallista en Guareña y alterna la talla con la escultura que modela en yeso para después pasar a madera.

En el año 1959, en el tercer certamen juvenil de arte, presenta dos tallas en madera y obtiene el primer premio en la modalidad de escultura. Cruzándose el servicio militar en sus ilusiones artísticas es trasladado a Las Palmas de Gran Canaria, allí ... obtiene el permiso para asistir a la Academia de Bellas Artes de Las Palmas.

Licenciado en el año 1960, se traslada a Madrid y trabaja de ebanista y tallista. Cursa los estudios de decoración en la Academia de fomento de las Artes Estéticas y en varias empresas trabaja de dibujante decorador.

En el año 1974 empieza una nueva etapa como industrial en la fabricación de muebles. Hoy liberado de la responsabilidad industrial y continuando su trayectoria en la madera, se recrea en la escultura tallada como pasión y en el dibujo y en la pintura como sentimiento. Sus obras presentadas en Certámenes son seleccionadas en la Comunidad de Madrid y Castilla la Mancha.

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PEDRO MONAGO Y LA ESCULTURA

Es un camino fascinante, por eso mis palabras valen para todos los que sueñan éste camino de realizar y dar sentido a su vida.

La escultura desborda a la profesión, a la sobria dignidad y dejadez del trabajo, a la interpretación de los símbolos y se convierte en nuestra voz, en el dibujo de la realidad, tanto que si no carece de existencia, 'Lo que no es, no es'

Y para lograr este empeño Pedro Monago y tantos otros nos aferramos a la poesía. Si algo admiramos por encima de lo nuestro es al poeta, quien cobra conciencia de la frágil nave humana deslizándose entre el ser físico y las otras existencias. Nada más hermoso y terrible que la palabra y su lengua, cerbatana del corazón al mundo exterior. Y nosotros escultores, seres primitivos, que maceramos los sentimientos con nuestras manos como únicos instrumentos que nos atan a la tierra y sus metales, sus piedras y árboles, nos inundamos de poemas y creamos.

Encerrados en el número del vía crucis Pedro Monago me cuenta y yo escribo:...el milagro de la escultura; del oficio del arte; voluntarismo; literario; ausencia del rostro... y ahí de nuevo me encuentro con él ¿qué pasa cuando la figura se despoja de faz?, ¿es lo mismo que si se tapa o se cubre, qué misterio esconde?

He modelado encapuchados y he escondido el rostro entre las manos y el pelo, pero... ¿dejar solo la boca? ¿Puede el suspiro, el aliento, la palabra, el lamento y el grito ser lo más humano, lo único? El quiere decirnos que sí, sin gestos, sin dramatismo o muecas. Para Pedro Monago la boca es casi un hilo por el que puede entrar o salir el alma.

Víctor Ochoa

Escultor

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Pedro Monago

De la talla a la Escultura.

Tiene el convencimiento de que la madera es un ente mágico noble y cálido que se aviene como ningún otro a la escultura. Su textura, vetas y nudos son una tentación al tacto. En realidad, toda escultura que se precie es una invitación a ser palpada, acariciada y mimada con las manos, por eso los ciegos saben'ver' como nadie la escultura

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En su obra emplea madera de nogal autóctono o americano, caoba brasileña, cerezo español, tilo, pino de Valsaín, etc... algunas de estas maderas muy codiciadas, caras, son casi inencontrables, dan acogida a la caso veintena de esculturas de Pedro Monago en esta exposición, donde la mujer es un tema predominante, símbolo de alegoría del pensamiento del autor.

En su trayectoria artística (que comenzó muy joven como dibujante, modelador y tallista, interrumpido en el tiempo por su labor de diseñador de muebles y trabajo empresarial), le hemos visto series escultóricas coherentes sobre la memoria de Luis Chamizo, el poeta rústico de su tierra, o de Tauromaquia, con las diversas suertes del toreo.

Ahora Monago nos ofrece una sucesión de personajes que cuentan historias concentradas en el bulto redondo de la escultura. Cada una de las piezas es la narración de una invención, que va desde la soberbia Menina velazqueña hasta la Venus del Espejo, pasando por la maternidad expectante, Penélope, Geisha con pamela, muchacha elegida, Dama con pendiente, el Beso, el jornalero o las garzas, una de ellas con un sutil movimiento sobre pletina de acero para aludir al vuelo del ave.

Mención aparte merece la pieza titulada 'el declive' en la que un atleta -simboliza el capital- que sujeta a duras penas la obra, donde el dolor, llantos, lamentos y esfuerzos quedan reflejados en el bajorrelieve de la parte inferior. Toda una alusión a la situación socio-económica de nuestro tiempo.

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Cuidar el proceso hasta la última pátina

Pedro Monago no busca el realismo naturalista en las caras sino que ofrece cabezas o fisonomías abiertas a la interpretación del espectador, lo que sí busca con ahínco es lograr el movimiento, la tensión, el esfuerzo o el reposo que cada figura requiere según el tema representado.

El escultor siente el apremio del tiempo y su trabajo es paciente a la vez que incansable para recuperar el tiempo que su vida profesional restó a su entrega al arte. Dedicación entrega y entusiasmo no le faltan. Sorprende tanta energía ante la talla de la madera a la que dota de permanencia 'eterna', para ello la talla y la trata de modo artístico y científico al mismo tiempo. No quiere que el tiempo la deteriore. Investiga de continuo sobre las distintas pátinas que habrán de proteger y embellecer el acabado final de la pieza. 'El tacto es la mejor manera de sentir la tridimensionalidad de la escultura', afirma el autor.

Pedro Monago, escultor laborioso -también pintor-. Es exigente y atento durante todo el proceso de creación: dibujo, modelado y talla. Él sabe que poco importa el esfuerzo de la ejecución, porque al final lo que cuenta es la expresión o la belleza de la obra de arte. La pieza única e irrepetible que condensa su creatividad de artista.

Julia Sáez-Angulo

Vicepresidenta de la Asociación

Madrileña de Críticos de Arte. AMCA