En la sala Espacio tres, la exposición de Carlos Barceló, educado en un expresionismo rotundo, rinde tributo al color, aunque más concretamente al color naranja. Bajo la protección de este color el autor pone en escena una máxima defendida por él a lo largo de su trayectoria artística: “El arte es materia del instante preciso”. Ese carácter inmediato es puesto en evidencia con pinceladas densas y turbulentas formando nudos centrales de colores neutros que definen la composición.

A través del informalismo el artista parece romper en pedazos el espacio en el mismo instante en que el espectador mira la obra. Este desgarramiento formal expande la visión del espectador hacia una realidad inmediata que nace y acaba en la misma obra, y que comienza de nuevo en la obra siguiente. Una emoción plástica enmarcada por un mar naranja que solo emana ... luz.

Barceló, heredero de aquellos informalistas que abrieron el arte español al mundo, ha ido desprendiéndose poco a poco de todo artificio para dejarnos ver una simplicidad elemental, la facilidad de lo primordial, y el resumen de su experiencia.