La porcelana te hace querer tocarla. Nos remite a un aspecto fósil, sólido, pero su fragilidad evoca también la posibilidad de ser rota. Para proyectarse en una herramienta debemos imaginar una función, y poner deseo. La voluntad es la de interrogar esta interacción entre el cuerpo que descubre el objeto y el espacio que lo acoge. Una persona interactúa de forma diferente con un objeto según su cultura y según su sentimiento de libertad. El lugar cambia la escala, la distancia entre el cuerpo y el objeto. El reto es el de conocer estos condicionantes y romperlos. Así, la forma está en medio de un espacio, un objeto y un cuerpo. De ello resultan instalaciones, performances y objetos-acciones.
Para esta exposición, cada obra va acompañada de un dibujo técnico que propone un gesto al espectador. Más allá del aspecto contemplativo, las esculturas se dejan manipular y a través de la manipulación,...cualquiera puede dejar su presencia en las formas vacías. Esta manipulación puede ser activa o simplemente contemplativa. De nuevo, las obras buscan confrontarse con los sentidos: el tacto, la movilidad, el ruido, por sí mismas te llevan a la sorpresa y al juego.
Entrada actualizada el el 10 ago de 2018
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