Vida Yovanovich ha dedicado gran parte de su obra a explorar la vida e identidad de la mujer. Como resultado de las sensibilidades con las que ha abordado sus obras anteriores –como artista y como humanista –es claro que este era un proyecto para el cual estaba idealmente preparada. Por convencimiento, trabaja lentamente y se involucra en las vidas de sus modelos, mucho antes de tomar una sola fotografía. Una vez dentro de las varias prisiones a las que tuvo acceso para la realización de esta serie, pasó tiempo acercándose a las mujeres, aprendiendo sobre sus antecedentes y sus familias y entendiendo las circunstancias y decisiones típicamente complejas que las orillaron a este punto en sus vidas. Como resultado de la cercana relación que Yovanovich entabló con ellas, las internas le permitieron capturar momentos verdaderamente reveladores, produciendo obras que nos hablan de la mutua confianza que las mujeres y la ... fotógrafa desarrollaron.

Estas historias llevaron a Yovanovich a presentar Soledades Sonoras utilizando un formato de instalación que combina imágenes y testimonios hablados. Es significativo que las voces que inundan el espacio de exhibición sean las de las mujeres mismas. Al escucharlas hablar, lo más impactante es el sentido de circularidad que transmiten, de ciclos de pobreza, violencia y adicciones que transitan de una generación a la próxima con una feroz inevitabilidad.

El interés general de Yovanovich al representar a estas mujeres denota una propuesta creativa que va más allá de la documentación tradicional. Si bien Soledades Sonoras nos muestra numerosas escenas que detallan la vida institucionalizada, su objetivo primario no es narrar historias, ni reunir hechos que ilustren objetivamente este aspecto de la sociedad. La motivación más profunda de Yovanovich es evocar la esencia de los individuos que ha llegado a conocer, para iluminar el carácter de su humanidad. Estas imágenes reflejan una relación intensa y llena de confianza entre la fotógrafa y sus modelos, una en la que la cámara se convierte en un prodigioso testigo de un ámbito que por lo general se sensacionaliza y con más frecuencia sencillamente se ignora. El don de la artista es extender esa relación hasta incluir al espectador. Pero al hacerlo, Yovanovich nos niega la posibilidad de permanecer neutrales. En última instancia debemos decidir si vemos al que se encuentra en prisión como algo ajeno y externo a nuestra realidad o si identificamos algo de nosotros mismos en las figuras que encarnan la vida en sus momentos más precarios, más vulnerables.