La proverbial dualidad del binomio luz-sombra sustenta los aspectos plástico-formales y simbólico-conceptuales de la exposición Sombras, nada más; título que toma prestado del tango homónimo de Lomuto y Contursi (1943).

Los ejes centrales que articulan las piezas son los conceptos de fugacidad y libertad. Conceptos que se suman a otros, apenas sugeridos, en un espacio en el que convergen drama y divertimento, para transformarse en metáforas que fluctúan entre lo privado y lo público.

El punto de partida se sustenta en la consideración de la sombra como un ente inmaterial para adentrarnos en la quimera de hacer presente la ausencia, mientras que desde la óptica de la contemporaneidad, se le otorga un sentido alegórico sin menoscabo de otras connotaciones o, al modo de ... Lavater, se interpreta como testimonio de la auténtica realidad que oculta el sujeto de sí mismo.

Si bien todo ello es percibido desde la perspectiva occidental, existen referencias vinculantes con el puro goce sensorial que supone la contemplación de la sombra en Oriente.

Desde el punto de vista expositivo se propone una aproximación plástica a los planteamientos expuestos gracias a la inmersión en el silencio y la penumbra de los espacios vacíos. La sencillez de los materiales y procedimientos utilizados remite a un arte femenino que da forma a cuatro instalaciones, un objeto construido y ocho cajas de pequeño formato. Todos ellos con el común denominador de cierta 'invisibilidad', levedad y discreta movilidad de los objetos origen de la sombra, con la intención de que ésta cobre todo el protagonismo.