¿Qué mujer no ha salido alguna vez de la peluquería deseando ser invisible y conteniendo las lágrimas mientras que su peluquero, muy ofendido, se pregunta por qué la histérica de su clienta se ha puesto hecha una furia si él se ha limitado a seguir fielmente sus exhaustivas indicaciones?

¿Qué ha pasado para que ambos estén convencidos de tener razón?

Sencillamente, que el lenguaje no es tan infalible como creemos. Las palabras que decimos pueden no significar lo mismo para los que las escuchan porque cada uno de nosotros construye con ellas, una imagen mental diferente. Y esto sucede en las conversaciones más banales y cotidianas (como el ejemplo anterior), hasta en los discursos más abstractos, elaborados y profundos.

Entorno a esta idea giran los cuadros ... de 'Sopa de Letras' y para ilustrarla he recurrido a siluetas de árboles (por lo de los árboles que no dejan ver el bosque) y caligrafías de todo tipo que dan como resultado textos inentiligibles. Todo ello, unido a títulos que responden a motivaciones personales sin ninguna referencia lógica, y que por tanto admiten tantas interpretaciones como personas los contemplen, exactamente igual que en cualquier otro aspecto de la vida.

¿O no?...