La gran pasión de Joaquín Sorolla fue pintar, pero sobre todo al aire libre, observando el juego continuo de la luz natural. A lo largo de su vida creció en él el deseo de tener un jardín propio. Sorolla había empezado a pintar jardines en 1906 en La Granja, pero cuando le llegó el momento de diseñar el suyo, a partir de 1910, la inspiración decisiva le vino de los jardines andaluces: la Alhambra de Granada y el Alcázar de Sevilla, que había pintado repetidas veces a partir de 1908. Los numerosos dibujos en que fue garabateando sus ideas nos hacen vislumbrar la atención que prestó a su proyecto, el continuo hervor de su imaginación. Paralela en el tiempo al gran encargo de los murales de la Hispanic Society of America, diseñar y plantar su jardín fue la diversión y el alivio de sus últimos años. Los cuadros del jardín de Sorolla son las obras de un pintor sabio y maduro, que, en la cumbre de su vida y de su fama, pinta ya solo por su placer.
Entrada actualizada el el 20 jul de 2018
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